Educador. Cree que la motivación de los profesores es el principal motor para que la educación en el país mejore. Jesuitas.pe conversó con el Padre Javier Quirós sobre él, la educación nacional y el reto que le espera como nuevo director nacional de Fe y Alegría del Perú.

¿Qué lo lleva a orientarse a la educación?

Como jesuita estoy aquí porque la Compañía me ha encomendado esta misión. Cuando hice teología me especialicé en Espiritualidad Ignaciana y curiosamente mi segundo destino, una vez que fui ordenado sacerdote, fue en educación, y desde el año 89 (hasta hoy) no he salido.

Desde el inicio hasta hoy, ¿cuáles son las satisfacciones más importantes que ha tenido?

Son varias y en trabajos bien distintos. Desde el 89 al 94 trabajé en pastoral y ahí la gran satisfacción fue el acompañamiento a los jóvenes. Fue un trabajo muy gratificante tener llegada a los muchachos y creo que desde ese momento, y sin darme cuenta, me fui formando como director.

A partir de ahí, habiendo sido director en Arequipa (Colegio San José) y ahora acá en Lima (Colegio de La Inmaculada), lo que más me ha llenado en todos estos años es el encargar desafíos y conseguir armar equipos bien cohesionados. Hemos pasado momentos muy difíciles, pues lograr una visión común significa un cambio de rumbo y esto siempre implica personas que se suben al carro, que se bajan, que quieren meter un palo en las ruedas. Es duro, pero la satisfacción al final es gratificante.

EDUCACIÓN PERUANA:

Actualmente nuestra educación pasa por problemas estructurales. ¿Cuáles cree que son los que se tienen que solucionar con más urgencia?

Creo que la situación es compleja. Los cambios en educación son muy lentos. Los frutos no se van a dar antes de 10 o 15 años y a los gobiernos no les interesa, pues ellos quieren réditos en lo que dura su mandato. Pueden tener a los mejores técnicos, pero mientras prime la mirada política estamos “fritos”. No hay una continuación de los planes, se busca lo llamativo, lo que llena titulares.

Pero también está esta costumbre de hablar siempre de lo mal que está la educación en el Perú y lo mal que está la escuela, privada o pública. Y la sociedad no se da cuenta que maltratando a la escuela, maltrata su educación y maltrata su futuro. La autoestima de la escuela y la de los maestros está por los suelos. Mientras no aprendamos a valorar las cosas no vamos a salir adelante.

Por otro lado, esta generación de padres de familia está muy bombardeada por el consumismo, por el sentido de la culpa. Esta angustia por los ingresos a los colegios me parece que está provocada, inflada por los miedos. La economía de mercado, por la idea de venderte, te induce a la culpa, al miedo. Tienes ahora a las familias que son consideradas clientes y, por ejemplo, los casos de bullying no los ve el Ministerio de Educación, sino INDECOPI.

La educación es mucho más que eso. Hay un nuevo pacto por hacer entre la escuela y la familia donde ambos deberían ser socios. Nos están confiando lo más valioso, la razón de ser de su trabajo, de sus desvelos.  

Y en todo este problema, ¿qué deben hacer los maestros?

Yo creo que para los maestros vale también lo que decimos para los alumnos. Si el maestro no cree que su alumno va a poder aprender, si no cree en su potencial de aprendizaje, el alumno no va a aprender nunca. Si la sociedad no cree en sus maestros, estos no van a ser buenos para ellos nunca. Creo que las expectativas de la sociedad deberían ser muy altas respecto a ellos y ahorita las tenemos bien bajas.

¿Y qué hacer para cambiar ese chip?

En la actualidad, según las estadísticas previas a la última huelga, existen más alumnos en colegios privados (no necesariamente los grandes, sino también los que los maestros forman en sus casas, por ejemplo) que en las escuelas públicas. Y en muchas de éstas los maestros no tienen seguro, no tienen contrato y están ganando por debajo de lo normal. La pregunta que le tendríamos que hacer a los padres es por qué están prefiriendo esto. Yo no sé si se está dando un cambio silencioso. Por otro lado, el sindicato de profesores debería estar preocupado por esta realidad porque si esto sigue no van a haber alumnos en la escuela pública.

¿Partirá todo del prejuicio “todo lo privado es bueno y todo lo del Estado es malo”?

Puede partir de éste, pero desafortunadamente es un prejuicio bien ganado. Pero ojo, también hay colegios privados que tienen peor rendimiento que los públicos. Te pongo un caso:  hay un colegio Fe y Alegría en Jicamarca (Huachipa) que no tiene agua, ni desagüe, ni luz y en su evaluación supera a muchos colegios particulares acá en Lima. Y esto se debe más al esfuerzo de los profesores que a su infraestructura. Ahí podemos encontrar a la Madre Patricia Mc Laughlin. Ella cree en el potencial de sus alumnos y en el de la educación, y sus profesores están convencidos de eso. Llegaron a sacar cero de puntaje en una de sus evaluaciones. Lloraron un montón y se preguntaron qué hacer. ¿Qué hicieron? Una biblioteca “bacán”, diseñada con los chicos, donde los niños se pueden llevar los libros a sus casas. Además tienen dos personas encargadas y cuando el niño devuelve el libro, tienen un formato que ayuda a que se converse con ellos sobre lo que se ha leído. No es un examen, es una conversación para asegurarse de que se haya entendido. Entonces, según el número de libros van acumulando brazaletes. Cuando llegas a un determinado nivel de puntaje la Madre se lleva a los alumnos a una librería en Lima para que escojan el libro que quieran. Ahora, de tener cero han pasado a tener más del 80% en 5  años.

LA COMPAÑÍA Y LA EDUCACIÓN

Este caso refleja la importancia que llega a tener la red Fe y Alegría ¿qué más está haciendo la Compañía de Jesús en educación?

En América Latina estamos organizados en tres grandes redes: la Asociación de Universidades confiadas a la Compañía de Jesús (AUSJAL), la Federación Internacional de Fe y Alegría y la Federación Latinoamericana y del Caribe de colegios Jesuitas e Ignacianos (FLACSJ). Pero también existen una serie de espacios de educación popular de adultos a través de ONGs, instituciones que están haciendo trabajos de educación y desarrollo en poblaciones urbano marginales o rurales.

Aquí en el Perú estas 4 grandes redes están organizadas en lo que llamamos CONSIGNA (Consorcio Ignaciano de Educación). Están las universidades Del Pacífico y la Ruiz de Montoya, está Fe y Alegría, la Asociación de Colegios Jesuitas del Perú, y está el sector de Educación Popular. Yo he estado más vinculado con los demás colegios jesuitas que están en el Perú tanto en Lima como en Piura, Arequipa y Tacna, y hemos venido trabajando, desde hace 6 años, una propuesta curricular común para todos ellos. Tenemos una sola administración para todos que poco a poco va asumiendo más funciones, y desde este año tenemos una coordinación pedagógica común. La idea es ir entendiéndonos como una única empresa que tiene 4 filiales. Lo curioso es que, en paralelo, a nivel latinoamericano  se viene desarrollando un sistema de calidad propio que en estos momentos está en una etapa piloto. La idea es formar un sistema y que los colegios vayan entrando en plan de mejora. Todo apunta a que toda esta planificación llegue al aula, porque si no lo hace, no hemos hecho nada.

Y al llegar al aula ¿qué es lo que hace que la educación jesuita se diferencie?

En la pedagogía ignaciana son clave los elementos pedagógicos que se extraen de las experiencias de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. No es como otros sistemas más cerrados. ¿Qué nos caracteriza? Un sentido crítico, una apertura al mundo, una visión positiva del mundo y de la persona humana y todo esto que nace desde la convicción de que Dios se relaciona personalmente con cada individuo, que a Dios lo encuentra uno dentro de sí mismo y que uno debe saber escrutar en su interior. Esta visión positiva es la que marca muchísimo nuestra identidad.

Un exalumno jesuita entonces es una persona más crítica, más positiva…

Es difícil generalizar, pero se puede decir que hay una identidad común. El exalumno jesuita suele tener una visión socialmente más abierta. Es capaz de desarrollarse con una mayor diversidad de personas. En los colegios jesuitas siempre fomentamos experiencias sociales que hagan que los alumnos salgan de su burbuja, y eso definitivamente marca. Hay un sentido crítico de todo. Normalmente un alumno no se queda callado.

El Padre Arrupe dice que hay que educar a los hombres y mujeres para los demás, ¿cómo se logra esto?

Yo creo que hay distintas estrategias. La primera es conocer a los demás. Acá en nuestros colegios tenemos siempre experiencias sociales. No conocer la realidad, los niveles de pobreza, te hace ignorante. Nosotros tenemos que brindarte la posibilidad de que conozcas esto, eso es formación social, pero no te podemos obligar a que tú sirvas a los demás, esto tiene que ser una consecuencia. En los colegios buscamos colocar a los alumnos ante la realidad. Que salgan de su círculo. Hay otras estrategias valiosas, como ser un colegio inclusivo. En La Inmaculada ya tenemos niños con síndrome de Down, y confío que esas promociones sean mucho más tolerantes y respetuosas.

Hablemos sobre su gestión al frente del Colegio de La Inmaculada, ¿Cuáles han sido las metas alcanzadas y las dificultades que ha encontrado?

Yo llego acá en el 2005, pero antes había pasado una experiencia con el equipo de Confirmación y veía que este colegio era muy grande. Me daba la impresión que quien lo manejaba era la inercia institucional. Fui viendo las cosas que sí se podían hacer y viendo qué más podías pedir. A comienzos del 2006, invitamos desde Colombia al Padre Carlos Vásquez e hicimos un curso. El tenía sistematizada una buena propuesta con los pilares de lo que es un colegio jesuita. Y después, con todos los maestros, hicimos una visión al 2015. Este colegio tenía varias islas, así que lo primero que hicimos fue crear un comando unitario. Los profesores no se conocían entre sí. Empezamos a armar equipos. Yo no venía con una idea salvadora del colegio, yo necesitaba interlocutores con quienes plantearnos así las cosas.

Pero ese año, salimos al paso de urgencias también: tuvimos que tomar la dolorosísima decisión de reducir a 4 las secciones por grado (eran 5) con el consiguiente despido de personal. Pero crisis es también oportunidad y fuimos diseñando el colegio que queríamos. Cuando ya estábamos mas o menos enfocados, contratamos a una consultora de marketing pues perdíamos alumnado por año. Fue interesante pues nos confirmó lo que intuíamos respecto a nuestra competencia y a cómo éramos vistos.

¿Y cómo está el colegio ahora respecto a la visión que plantearon para el 2015?

Hemos avanzado muchísimo. Por ejemplo, en infraestructura hemos remodelado prácticamente todo el colegio. Ahora tenemos internet y los profesores utilizan cada vez más las tecnologías de la comunicación. Pero todavía faltan un par de años.

FE Y ALEGRÍA

Ha sido nombrado director nacional de Fe y Alegría ¿Cuáles son sus expectativas?

Modestamente te digo que primero tengo que conocer Fe y Alegría. Tengo que pasar un tiempo escuchando, mirando, hablando poco. Quiero conocer cada colegio, visitarlo. Tengo ideas. Fe y Alegría es muy importante, pero mi intención es construir sobre lo que ya hay. Creo que tiene que estar al servicio de la educación pública, me gustaría verla con mucha fluidez con las escuelas hermanas, que aporte mucho más a la educación pública con experiencias exitosas que puedan ser replicables en otros colegios como, por ejemplo, el caso en Jicamarca de la Madre Patricia.

Lo interesante es que Fe y alegría no es educación privada, es pública. Nada va a cambiar en un país si la administración pública no le da sostenimiento. Necesitamos un Estado y los privados tenemos que tener como consigna reforzar la administración pública con gestos simples, buenas prácticas como respetar lo que dice Defensa Civil y no entrar a la maña. Debemos pensar qué debemos hacer para que ellos cumplan su labor y no pensar en cómo torearlos. Así no hacemos patria. Si hay corrupción en el sector público, es porque hay corruptores en el sector privado.

(Entrevista: Jorge Ruiz / Foto: Fe y Alegría del Perú)