Infante de Marina de los EE.UU., participó en la Segunda Guerra Mundial piloteando bombardeos en el Océano Pacífico. Pero su vida cambió. Luego de un proceso de reflexión, decidió ingresar a la Compañía de Jesús y ser un soldado de la paz. Jesuitas.pe conversó con el Padre Frederick Green SJ, último ganador del Premio Nacional por la Paz (categoría Sociedad Civil) organizado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.

Por Jorge Ruiz Z. y P. Nino Vásquez, SJ 

 

 

¿Cómo decide dejar la aviación estadounidense y la vida militar para ser religioso y entrar a la Compañía de Jesús?

Yo había volado con la infantería de marina en el pacifico durante la guerra por un año. Unas 60 misiones de bombardeo me dejaron impresionado y me hicieron reflexionar mucho. En ese tiempo, era muy amigo del capellán y quería hacer algo útil en mi vida, ya estaba harto de todo esto. Así vino mi vocación. Cuando volví a los EE.UU. fui a la Universidad de San Francisco, a cargo de los jesuitas, para tener unos meses de estudio antes de tomar una decisión final. Después de dos semestres decidí que quería ser jesuita, entonces entré en el Noviciado en California el año 46.

Y el año 59 llega al Perú.

Noviembre del 59.

¿Y por qué Perú?

Ya se habían terminando las misiones de guerra y por ese tiempo entramos al Noviciado unos 37 jóvenes, de los cuales la mitad éramos veteranos de guerra. Después de unos años de estudios, cuando tenía que hacer algo que llamamos Magisterio, justo los jesuitas de la Provincia de aquí estaban pidiendo apoyo, más gente.

Y 54 años después sigue en Tacna…

Después de tantos años y de conocer tanta gente, de tener tantos amigos, me siento realmente en mi casa y estoy muy contento.

Y decide levantar un primer colegio. ¿Cómo nace el Colegio Cristo Rey?

Yo llegué aquí (a Tacna) a fines del año 59. Después de un tiempo hablando con el superior le dije “creo que lo que hace falta es un buen colegio de la Iglesia aquí”. Al mismo tiempo, habían llegado también los hermanos Maristas. El Provincial estuvo de acuerdo y el año 62 empezamos con el colegio Cristo Rey para trabajar con las familias a través de los alumnos.

¿Y por qué el nombre “Cristo Rey”?

Yo siempre he sido muy devoto del jesuita mexicano Miguel Pro y había escrito un folleto sobre su vida. Entonces, estaba muy convencido de que el nombre tenía que ser Cristo Rey (advocación difundida por el P. Pro, antes de su muerte a causa de la persecución religiosa).

En cuanto a la formación de los chicos, ¿cómo han cambiado las cosas desde la fundación?

Después de más de 50 años en educación yo estoy convencido de que hay que involucrar a las familias, si no hay una colaboración estrecha con ellas no logramos mucho en la formación humana y cristiana de nuestros alumnos. La familia es importantísima. Por ejemplo, cuando preparamos a los alumnos para la primera comunión, siempre involucramos a las familias para que participen activamente.

La siguiente obra en Tacna nace del voluntariado del Colegio Cristo Rey.

Esto fue la obra de un laico llamado Jeff Tillman, quien había colaborado con nosotros. Jeff fue un voluntario que me dijo que quería hacer trabajo social con los alumnos del Cristo Rey pues habían muchos niños en la calle vendiendo periódicos. Entonces, hubo un primer contacto desde donde se comenzó a desarrollar este apostolado. Terminó buscando dinero y todo para la construcción del Centro del Niño Trabajador. Es su obra. Él era muy dinámico y recién había salido de la universidad en los EE.UU.

El “Mes de Misión”, muy tradicional en los colegios Cristo Rey y Miguel Pro, ¿cómo es que nace y cuál es su finalidad?

En el año 71 hubo un terremoto horrible en Huaraz, donde mucha gente murió. Al año siguiente decidimos mandar a un grupo de muchachos al sitio donde había pasado el terremoto. Antes de terminar ese año escolar, estaban todos preparándose con un jesuita de Chicago. Habían preparado un grupo de músicos y fueron para entretener a la gente, a los jóvenes, pues había una depresión general como consecuencia de ese tremendo desastre. Entonces ahí comenzamos a trabajar todos los años haciendo trabajo social. Desde entonces, los colegios Cristo Rey y ahora Miguel Pro involucran en esto a sus alumnos de cuarto de secundaria. Es una muy buena experiencia para los chicos pues aprenden a ayudar a los demás, aprenden a ser compasivos. Son actividades que contribuyen mucho a su formación de servicio.

¿Cuándo y por qué nace el colegio Miguel Pro?

El colegio Miguel Pro nació en el año 91. El alcalde se acercó a mí un día y quería convencerme de tener un colegio abajo, en lo que es la zona de Hábitat. Hablé con el Superior y después de unos pocos años pudimos comenzar con los edificios. Esto fue en los comienzos de Hábitat y poco a poco fue creciendo.

Habiendo fundado dos colegios, ¿qué necesidades cree que existen respecto a la educación en Tacna?

El Ministerio de Educación tiene que apoyar más a los profesores y construir más colegios. No estoy muy de acuerdo con tener dos turnos porque el alumno debe tener un día normal en lugar de estar yendo de 8 de la mañana a 1 y después volver. También debemos insistir mucho en la formación de los profesores. El problema del Ministerio de Educación es que no tiene presupuesto suficiente para dedicar más tiempo a los profesores y mejorar la infraestructura.

Hay muchos exalumnos tanto del Miguel Pro como del Cristo Rey, ¿qué espera de ellos?

Queremos formar hombres y mujeres para los demás en servicio, entrega, generosidad. Eso es lo que queremos formar en nuestros alumnos, por eso tenemos el Mes de Misión que los ayuda mucho a poner esto en práctica. Tu ves después de esta experiencia cómo los muchachos cambian. El servicio es importante en la formación, el servir a los demás.

Un escrito de Jorge Basadre, hace 50 años, decía que él soñaba que entre Perú y Chile haya comunicación, haya buen relación, hayan vínculos de paz y serenidad en nuestras calles.

Cuando recién llegué, hace más de 50 años, todavía existía bastante gente que había vivido bajo los chilenos y yo escuchaba con bastante frecuencia cosas bastante fuertes. Lo comprendía, me había adaptado a la nueva situación. Pero eso ha cambiado mucho. La relación ahora es mucho mejor. La gente se ha olvidado de esos días de ocupación que fueron tristes, eso se ha superado en un 90%. Creo que eso es muy positivo. Lo que pasó fue triste, pero hay que seguir adelante.

Acaba de recibir el Premio Nacional por la Paz. ¿Qué responsabilidad trae consigo el premio?

Ciertamente reconoce el trabajo que se ha hecho. Me hace sentir más responsable en seguir esta ruta que he comenzado, dentro de lo posible por mi edad. Debo adaptarme cada vez más a esta ruta y pedirle al Señor que me ayude en este trabajo de servir a los demás.

¿Volvería a entrar a la Compañía?

Sin duda alguna.

¿Qué significa Dios en su vida?

Dios es todo.

¿Y el mar?

Yo he nacido creo que a unos 300 metros del mar en Hawai y nunca he estado lejos del mar. Cuando me mandaron al Pacífico, estuve en una isla pequeña a unos 2 grados de latitud al sur del Ecuador. Y de ahí salíamos para nuestras misiones de bombardeo. Pero eso me ayudó mucho, a pesar de que después tenía que tirar bombas.  Estar en el mar es descanso y paz.

¿Qué le diría a un candidato a ser jesuita?

Que el elemento más importante es la vida de oración y el cultivar el servicio a los demás, sobre todo a los más necesitados.