Reproducimos la Homilía completa que hiciera el P. Rómulo Franco, SJ en la Misa al Padre Jeff Klaiber, SJ el pasado miércoles 5 de marzo.

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Jeff Klaiber
Homilía en su Misa de Funeral. Iglesia Nuestra Señora de Fátima de Miraflores.

Nos reunimos para dar gracias a Dios por la vida Jeff, su ejemplo, su testimonio. Por su amistad. Para dar gracias a Jeff por todo lo que fue para nosotros.

De gran entrega a su labor intelectual como historiador y como profesor, se destacaba también, y de ello soy testigo presencial sobre todo en la PUCP, por su cercanía sacerdotal tanto con alumnos como con docentes y trabajadores de nuestra Universidad.


Un ejemplo de vida sencilla, acogedora. Sus colegas profesores con quienes compartía la tradicional mesa de la Cafetería de Letras, cuando hablaban de él, decían que era “lo más cercano a santo”. Deja en la Universidad un gran vacío, muy difícil de llenar.

Discreto, servicial y amable con todos por igual, aunque también tímido, dispuesto siempre a compartir sus conocimientos con mucho desprendimiento. Incluso a conceder entrevistas en que respondía con gran rigor académico y profesional, pero con gran sinceridad y libertad de espíritu, lo que por cierto significaba que inevitablemente incomodaba a algunos sectores.

Una frase que sus amigos y alumnos recuerdan que repetía – y que ahora nos recuerda al Papa – era: «el corazón de Dios no tiene límites«. Y por eso mismo era crítico frente a quienes distorsionaban ese rostro cariñoso de Dios; a veces hasta intransigente con quienes hacen de la iglesia lo que el Papa Francisco llamaría una instancia burocrática, o con quienes recurren a Jesús para juzgar con facilidad, y olvidan que Él vino a perdonar y sanar.

La historia de nuestro país y de la Iglesia y Compañía en el Perú fueron sus grandes pasiones.

Su Historia de la iglesia peruana marcó época, y se mantiene  como un referente indispensable sobre el tema.

Él tenía un gran aprecio a su libro “Los jesuitas en América Latina, 1549-2000: 450 años de inculturación, defensa de los Derechos Humanos y testimonio profético”, publicado en el 2007, en el que trabajó con mucho empeño y cariño. Recordamos también “Iglesia, dictaduras y democracia en América Latina” e “Historia General de la Iglesia en América Latina. VIII Perú, Bolivia y Ecuador”.

Cuando hablaba de sus estudios sobre sobre América Latina mencionaba que creía nunca se le acabaría el material porque es un continente inmensamente complejo.

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Recordemos algunos de sus datos biográficos. Jeff nos deja a los 71 años de edad, 52 años como jesuita, y a pocos meses de cumplir 40 años de sacerdote.

Ingresó a la Compañía de Jesús en Setiembre de 1961 después de haber hecho un año de estudios en Marquette University, la universidad jesuita de Milwaukee, Wisconsin. Formó parte del segundo grupo de novicios de la Provincia de Chicago que llegó al Perú, en 1962 (venían dos novicios cada año). Aquí hizo su segundo año de noviciado y su Votos del Bienio, continuando acá en Lima sus estudios de Humanidades en el Juniorado.

Luego regresó a Chicago, donde recibió su Maestría en Historia en la Loyola University de Chicago en 1968.

Nuevamente en el Perú en 1969, lo encontramos como profesor de Historia en el Colegio San José de Arequipa. Lo recuerdan sus alumnos de ese tiempo: “era muy hábil y apasionado de las ciencias sociales…incluso fundó un Club de Política en el que participaron varios entusiastas alumnos”.

Estando en Arequipa, a raíz de un artículo no favorable al General Velasco que había publicado en los EE.UU., tuvo que salir rápido para La Paz donde se quedó hasta que pasó la tormenta.

Sus estudios de Teología los hizo en North Aurora, Illinois entre 1971-1973, e inmediatamente después estudió y obtuvo el Doctorado en Historia en la Catholic University de Washington, D.C, entre 1973 y 1976.

De regreso al Perú en 1976, ya con su Doctorado, buscando un espacio para su labor docente, tuvo clases simultáneas en la UNIFE (Universidad Femenina del Sagrado Corazón), el Instituto Pedagógico de Monterrico, la Universidad del Pacífico y la PUCP, decidiendo dedicarse a la PUCP a tiempo completo desde entonces.

Como profesor de Teología en la Universidad del Pacifico en ese tiempo, sus exalumnos recuerdan que impulsaba el estudio de la Biblia, y cómo insistía mucho en la sensibilidad social, y les motivaba a servir a sectores sociales menos favorecidos desde sus profesiones, como testimonio del evangelio.

Posteriormente colaboró con entusiasmo en la fundación de la UARM; donde fue profesor e incluso llegó a ser Decano de la Facultad de Educación. Jesuita comprometido con la tradición de la Compañía, es probable que no haya una reseña más sugerente del espíritu de la antigua Compañía que la de su Discurso de apertura del año académico en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya sobre el sentido de las Reducciones.
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Pero Jeff fue por sobre todo un profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en la que enseñó, investigó, publicó y asumió responsabilidades académicas. Fueron casi 40 años de entrega a nuestra Casa. Su modo de ser, distraído, le ayudó a verse libre de los pequeños problemas que suelen dividir a la academia. La enorme mayoría de profesores, no digo todos para no exagerar, apreciaban ese modo de estar comprometido con lo importante… sin restricciones.

En los últimos tiempos sin embargo, como resultado de los conflictos que vivimos en la Universidad y que ustedes conocen bien, estuvo muy activo tratando de defender nuestra  identidad católica como Pontificia Universidad Católica del Perú, buscando superar los problemas y molestias que este conflicto causa también dentro de la comunidad.

Ya en la Clínica, se alegró mucho cuando le contaron de la presentación del libro del Cardenal Müller en el Vaticano, con la presencia del P. Gustavo Gutiérrez, de Mons. Piñeiro, Presidente de la Asamblea Episcopal, y de Marcial Rubio, nuestro Rector.

Esperemos que su intercesión, y la de tantos otros miembros PUCP, profesores y exalumnos, que ya están junto al Padre, nos ayuden a superar este trance que vivimos ya con impaciencia, para bien de la Iglesia, y nuestra comunidad PUCP.

No puedo dejar de mencionar a sus alumnos, que apreciaban las ganas con que preparaba las clases, el entusiasmo por sus temas, la capacidad de atenderlos, dejando cualquier otra cosa en que estuviera ocupado. Muchos de ellos redescubrieron con él su fe y práctica sacramental.

Junto a su labor como profesor, colaboró mucho en el CAPU en el tiempo en que el P. Luis Martínez SJ era el Director y colaboraban varios estudiantes jesuitas. Los estudiantes que frecuentaban el CAPU en esos años recuerdan hasta hoy su disponibilidad para todo, y sus homilías. “Se sentía que hablaba con el corazón, de lo que él tenía y vivía en su interior”.

Su trabajo pastoral como sacerdote no se limitaba a la PUCP. Junto a Eduardo Schmidt, se encargaba desde hace muchos años de la Misa dominical de habla inglesa en la Capilla de María Reina de San Isidro, y atendía también la Capilla San Cayetano en la Parroquia de El Agustino.

Disponible siempre, dirigía también retiros a grupos muy variados. Desde el año pasado era asesor de una comunidad CVX para universitarios y graduados que se reunía en nuestra Comunidad.

De gran espíritu ecuménico y de diálogo e interreligioso, compartía gustoso charlas y paneles con cristianos de diversas denominaciones o representantes de otras religiones. Viajaba todos los años a Cochabamba, en Bolivia, para colaborar con charlas sobre la realidad latinoamericana, en la escuela de lenguas que los misioneros Maryknoll tienen allí.

En las muchas universidades norteamericanas donde fue profesor visitante o colaboró con artículos, en Bolivia, y en muchos sitios aquí en el Perú, deja un gran vacío. Se le extrañará. Lo necesitaremos. Sobre todo, lo extrañaremos en nuestra Universidad Católica.

Con nuestro esfuerzo, inspirado en su vida, tenemos que trabajar para que sus sueños para nuestro país y nuestra Universidad se vayan haciendo realidad.

Hacer de nuestro país un lugar donde haya espacio para todas y todos, y de nuestra Iglesia el testimonio de un Dios que nos ama a todos, sin exclusiones: una Casa para todos.

Rómulo Franco Temple, SJ
5 de Marzo del 2014.