La Curia Vaticana ha comunicado esta mañana el nombramiento del P. Juan Antonio Guerrero SJ como Prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede. Empezará a desempeñar dicho servicio a partir del próximo mes de enero. Guerrero fue provincial de Castilla entre los años 2008 y 2014, y en la actualidad, desde 2017 es el Delegado del P. General de la Compañía de Jesús para las casas y obras interprovinciales romanas. También es consejero del P. General.

Juan Antonio Guerrero nació en 1959 en Mérida, estudió en el Colegio San José de Villafranca de los Barros y entró en la Compañía de Jesús a los veinte años, cuando estaba estudiando economía. Su formación incluye la licenciatura en Economía (en la Universidad Autónoma de Madrid), y Filosofía y Teología en Madrid y Brasil. Además, en Boston hizo estudios de filosofía política. Fue ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1992. Su primera misión fue la de profesor de Filosofía y Política en la Universidad Pontificia Comillas, donde preparaba su doctorado, preparación que interrumpió al ser destinado, en 2003, a desempeñar el cargo de maestro de novicios.

Tras ello fue nombrado provincial de la provincia jesuítica de Castilla -sería el último, y durante esa etapa fue uno de los artífices del proceso de integración y reorganización de las provincias jesuíticas españolas-. Tras ese periodo como provincial fue destinado a Mozambique donde ejerció como ecónomo y coordinador de proyectos. De allí fue llamado a Roma para convertirse en Superior Mayor de las casas internacionales que la Compañía de Jesús tiene en Roma, incluyendo entre ellas la Pontificia Universidad Gregoriana, Pontificio Instituto Bíblico, Instituto Oriental y las casas de formación. Además fue nombrado consejero del Padre General, Arturo Sosa. Esta etapa romana le ha permitido empezar a conocer la curia vaticana, algo que le ayudará sin duda en la etapa que comienza. Es, además, bien conocido por los obispos españoles, para quienes ha dirigido los ejercicios espirituales de la Conferencia Episcopal el pasado mes de enero.

En estos diversos desempeños, siempre ha tenido presente la llamada de los pobres. Lugares como Brasil, Mozambique o El Pozo del Tío Raimundo han dejado una huella en su sensibilidad y talante. Así se plasma en el libro «Vidas que sobran: los excluidos de un mundo en quiebra» (Sal Terrae, 2003) del que es coautor.

Ante la noticia de su nombramiento, el Padre General, Arturo Sosa SJ, ha manifestado la alegría de la Compañía de Jesús y su disponibilidad para el servicio al Santo Padre y a la Santa Sede. Aunque ha pedido al papa que permita al padre Guerrero desempeñar la labor de prefecto sin ser ordenado obispo, de modo que, cuando termine el tiempo de este servicio, pueda reincorporarse a su vida ordinaria como jesuita. Aunque el Motu Proprio «Fidelis Dispensator» establece que el prefecto para la secretaría de asuntos económicos sea un cardenal, sin embargo dicho requisito es flexible. Es lo que ya ocurre, por ejemplo, en el caso de la secretaría de comunicación, donde sobre el papel también se habla de que sea un cardenal quien esté al frente, pero el primer responsable fue un sacerdote y en este momento es un laico.

El actual provincial de España, el padre Antonio España SJ, ha manifestado la alegría de la provincia por esta prueba de confianza y su reconocimiento de la valía del padre Guerrero. También ha querido destacar algunos rasgos de su carácter que le tendrán que ayudar en el complejo mundo en el que le toca ahora desempeñar su nueva labor.

«Su espontaneidad aparece cuando conversas con él. Resulta destacable su capacidad para detectar problemas y definirlos lo mejor posible. Tiene una gran disposición al diálogo y la escucha. También sabe cómo articular y exponer sus ideas de forma clara y firme. Por ello, precisamente la Compañía ha contado con él para el gobierno interno. Mantiene y cultiva la amistad de forma intensa con los más cercanos. Disfruta, sobre todo, con los encuentros espontáneos y sencillos donde no hace falta aparentar sino ser cada uno como es.

Es una persona preocupada por los avatares del mundo actual, sobre todo de los más pobres, del abandono de la fe en la sociedad occidental, del desgaste económico del individuo y del sufrimiento injusto de tantos pueblos en el mundo. Esto le ha formado un carácter que se deja sorprender por las culturas que visita, siempre dispuesto a aprender de ellas y a tratar de responder desde el Evangelio.

Es un hombre prudente, discreto y sosegado al acometer diferentes decisiones. Además, en momentos delicados, ha afrontado con paz situaciones de incomprensión y disensión con el objetivo de buscar la unidad y la mejor solución para el problema.

Si hay un rasgo que unifica todo lo que podemos decir de Juan Antonio, es la lealtad y la fidelidad a la palabra dada. No dudo que en su nuevo puesto, sabrá analizar la situación, dialogar con los equipos y poner en práctica las líneas estratégicas que determine el Papa.»

Junto a dichos rasgos personales, también destaca Antonio España algunos aspectos de su inquietud intelectual:

«Es capaz de reflexionar sobre la cultura, siempre pendiente de no contemporizar demasiado con el contexto que deje la fe descafeinada totalmente. Desde la filosofía, la economía o la teología ha tratado de profundizar y expresar su pensamiento, aunque su carrera intelectual quedó parada por los destinos que la Compañía le fue pidiendo. Dentro de sus estudios, destaca el valor de la corriente del comunitarismo, especialmente en Robert Bellah, Alasdair MacIntyre, Richard Sennet y Charles Taylor, que muestran la importancia del cuidado de los valores que se engendran y protegen dentro de la comunidad. De ahí que su pensamiento trate de conciliar el polo de la comunidad con el individuo, la tradición sana con la modernidad y la postmodernidad.
Dentro de sus lecturas favoritas encontramos a Hannah Arendt, una pensadora que trabajó y analizó el totalitarismo y las consecuencias morales para la humanidad. Sobre todo, en su proyecto de doctorado trató de mirar la “banalidad del mal”: “La triste realidad es que la mayoría del mal está causado por la gente que nunca se decide a ser buena o mala”. Junto con ello, el vaciamiento de la persona de nuestra sociedad consumista erosiona el valor de la libertad. “El desarrollo económico bajo ninguna condición puede conducir a la libertad o constituir una prueba para su existencia”.»

(Con información de la Compañía de Jesús en España)