Han pasado cuatrocientos años desde el fallecimiento de San Roberto Belarmino (17 de septiembre de 1621) y, sin embargo, la santidad de este jesuita sigue iluminando la historia al hablar de Cristo y de su amor por la Iglesia
El santo nació el 4 de octubre de 1542 en Montepulciano (Italia), su familia era una de las mejores de la zona. Su madre era la hermana del Papa Marcelo II.
Siendo adolescente pidió entrar en la Compañía de Jesús
Como adolescente reflexivo y profundamente religioso, pidió ser admitido en la Compañía de Jesús. Al entrar en el noviciado de Roma, comprendió la dinámica de la vida ignaciana, hecha de amor a la Encarnación, estudio y discernimiento para saber captar a Dios en lo concreto de la vida cotidiana.
De los muchos episodios de su vida, se cuenta que cuando llegó a la comunidad, como todos los novicios, ayudó en la cocina durante los primeros quince días, tras lo cual fue enviado al Colegio Romano para comenzar sus estudios. Esto atestigua su sencillez y su amor al servicio.
Buen humanista con grandes cualidades
El P. Juan Polanco, que lo conoció, dijo que era «un buen humanista con grandes cualidades» y no se equivocó. Al terminar sus estudios, se ordenó sacerdote. Corría el año 1570.
Dadas sus buenas cualidades, fue llamado a enseñar teología y filosofía. Sus lecciones fascinan por la grandeza de sus contenidos, expresados con sencillez y linealidad.
El mismo talento lo volcó en el anuncio del Evangelio, como predicador en la iglesia de San Miguel de Lovaina (Bélgica). Los que le oyeron predicar quedaron fascinados por su discurso.
Llamado a Roma, fue profesor y rector del Colegio Romano. En estas tareas era puntual y amable.
Fue el padre espiritual de San Luis Gonzaga
Fue el padre espiritual de San Luis Gonzaga, guiándolo por los caminos de la santidad y el amor a Dios.
La nave derecha de la iglesia de San Ignacio, en el corazón de Roma, alberga los cuerpos de los dos santos enterrados a unas decenas de metros de distancia, como para indicar la cercanía espiritual, además de real, entre el maestro y su alumno.
Fue Provincial de los jesuitas napolitanos
En 1595 fue elegido Provincial de los jesuitas napolitanos. Es un hombre decidido pero afable. Después de su elección, despojó la sala que le fue asignada de todo lo que no estaba permitido por las Constituciones y que no fuera el crucifijo o el retrato de la Virgen. Esto es indicativo de su propia forma de ser.
En 1599 fue creado Cardenal
En 1599 fue creado Cardenal, sirviendo a la Iglesia en las a veces delicadas tareas encomendadas a su prudencia y equilibrio. A veces fue llamado a juzgar, y las fuentes históricas observan que su juicio siempre estuvo inspirado por la bondad y la misericordia, poniéndose al servicio del papel que desempeñaba. Aunque se le confiaron grandes responsabilidades, era un hombre humilde y sincero.
Fue Obispo de Capua
De 1602 a 1605 fue elegido obispo de Capua (Italia). Pastor atento y solícito, visitó varias veces la diócesis, contribuyendo a la edificación espiritual y material del Pueblo de Dios que se le había confiado. Era un padre atento a la suerte de los simples.
Escritor fecundo
Escritor fecundo, sus Tratados y su Catecismo identifican la acción pastoral con el amor a los preceptos del Evangelio y sus exigencias. Era simpático y sencillo, y combinaba las dotes intelectuales con la bondad de un corazón entregado al prójimo.
Verdadero jesuita
Pasó los últimos años de su vida en la comunidad del noviciado en Roma como simple religioso, después de dejar todas sus obligaciones.
Después de su muerte, se encontró en la habitación que contenía los pocos objetos de uso cotidiano, un papel en el que el santo se había comprometido, a lo largo de su vida, a observar los votos de pobreza, castidad y especial obediencia al Pontífice, mientras asumía cargos importantes: siempre fue fiel a lo escrito.
Este era San Roberto Belarmino. Canonizado en 1930, se convirtió en Doctor de la Iglesia al año siguiente.
(Con información de Vatican News)