Colegio de la Inmaculada (Lima)

Como parte de su programa de intercambio estudiantil, el Colegio de la Inmaculada (CI) recibió a 10 estudiantes y 3 profesores del Jesuit College Preparatory School of Dallas, Texas (Estados Unidos). La delegación tuvo como anfitriones a los alumnos de la promoción de cuarto de secundaria del CI. Su itinerario incluyó un recorrido por las instalaciones del colegio y la participación en clases y otras actividades, así como visitas el centro social PEBAL La Inmaculada, el colegio Fe y Alegría N°3 y el Centro Histórico de la ciudad. Luego de sus actividades en Lima, partieron a Cusco para continuar conociendo el país antes de su regreso a EEUU. 

Colegio San José (Arequipa)

Del 30 de mayo al 09 de junio, el Colegio San José de Arequipa recibió a 23 estudiantes y 3 docentes del Brophy College Preparatory de Phoenix (Arizona, Estados Unidos), como parte de su programa de intercambio cultural entre colegios jesuitas. Durante su estadía compartieron momentos de integración con los estudiantes del San José, exploraron los lugares más representativos de la ciudad y colaboraron en un proyecto de servicio comunitario. La delegación también pudo visitar el distrito de Andahuaylillas en el Cusco y el PEBAL La Inmaculada en Lima.

Algunos testimonios

Dos estudiantes del Brophy Collegue, nos comparten sus testimonios sobre su estadía en nuestro país:

«Mi estancia en Perú ha sido verdaderamente transformadora y me ha permitido crecer en muchos aspectos. Uno de ellos ha sido mi fe. He crecido en mi conexión con Dios al haber estado rodeado de muchos compañeros creyentes, tanto mis compañeros del Brophy como la gente de Perú. He visto a Dios en los niños de las Casitas del Pebal La Inmaculada, en el campo y en los espectaculares paisajes del Perú. Otro aspecto ha sido la fraternidad, ya que he fortalecido las amistades existentes y también he comenzado otras nuevas hasta el punto en que me siento cómodo llamando familia a muchos de ellos y y sé que siempre puedo contar con ellos. También aprendí sobre la cultura del Perú y amplié mis horizontes, de tal manera que ya no estoy estancado en mi propia visión y mis opiniones aisladas del mundo. Para mí, servir ya no es solo una obligación, sino algo que me siento orgulloso de hacer. Al viajar tuve una mentalidad egoísta la mayor parte del tiempo, pero realmente creo que el Perú me ha ayudado a superar eso y ha cambiado la forma en que percibo ayudar a los demás. Ver a tanta gente de escasos recursos siempre contenta me ha hecho mirar hacia adentro y me ha llevado a ser más feliz al darme cuenta de lo bendecido que soy. Un cambio definitivo que haré en mi vida diaria gracias a este viaje es pasar más tiempo con familiares y amigos que con los dispositivos tecnológicos. Siempre guardaré conmigo los recuerdos de mi paso por el Perú, de mi familia anfitriona y de trabajar con mis hermanos» (Kindle).

«Simple y llanamente, Perú me ha cambiado a través de las experiencias que tuve en este hermoso país. Comencé mi transformación desde el comienzo del viaje y crecí en comunidad con mi nueva familia de amigos a través de juegos de cartas, exploraciones en aeropuertos y conversaciones de corazón a corazón. Y eso fue incluso antes de poner un pie en el Perú. Una de mis transformaciones más radicales comenzó con mi trabajo en las Casitas de Pebal la Inmaculada, en las zonas empobrecidas de Lima. Al dibujar con jóvenes estudiantes, jugar fútbol y “congelado” con nuevos amigos y arreglar un agujero en la pared, aprendí que todos compartimos algo verdaderamente humano: esperanza y alegría a pesar de las dificultades. Si bien estos hijos de Dios habían sido probados en numerosos aspectos de sus vidas desde que nacieron, todavía tenían las mismas sonrisas que veo en mis hermanos menores, mis abuelos e incluso en mi estudiante anfitrión en Arequipa, Nicolás. Aunque Nicolás y yo no teníamos muchas cosas en común, nos convertimos en hermanos y nos unimos por el juego “Five Crowns”. Mientras recibíamos a familiares y mirábamos fútbol, me di cuenta de que tengo una familia alrededor del mundo. Entonces, al mirar el final de este viaje, me encontré reflexionando sobre cómo puedo usar mis nuevas fortalezas para mejorar mi comunidad en casa y continuar con mi experiencia peruana. Y para mí es sencillo: confiar en el plan de Dios y seguir la regla de oro» (Max).