El P. Juan Sima SJ falleció el martes 17 de agosto a los 82 años de edad, 63 de Compañía y 50 años de su ordenación sacerdotal. El P. Sima fue uno de los jesuitas fundadores de la Parroquia La Virgen de Nazaret (El Agustino, Lima), donde sirvió en sus últimos días. Realizó también una fecunda labor en otras partes de Lima, Arequipa, Tacna y Chiclayo, donde ayudó a muchas personas a través de sus retiros.  

Su Misa de Funeral se celebró el miércoles 18 en la Parroquia La Virgen de Nazaret, presidida por el P. Pedro Oblitas SJ, concelebrada por los PP. Miguel Arrieta, Mateo Gar, Kevin Flaherty, Santiago Vallebuona, y transmitida en vivo a través del Facebook de la Parroquia.

La homilía estuvo a cargo del P. Santiago Vallebuona, quien saludó y agradeció a todas las personas que acompañaron la Eucaristía, de manera especial a la familia del P. Juan que se encuentra en Estados Unidos, su país de origen.

“Juanito partió dejando su agenda llena de compromisos pastorales, fue cercano a su pueblo, a su familia, a sus amigos. Se fue sin sufrir, de un modo sereno y en paz” mencionó el P. Vallebuona, mientras recordaba las experiencias y servicios que brindaron juntos, de manera especial en El Agustino.

El P. Sima estuvo en este distrito en diferentes ocasiones y esta “fue su casa hasta el final de su vida”. Siempre estuvo “dispuesto a seguir trabajando por los más necesitados, con su su alegría, humildad, humor peculiar, un gringo peruano fuera de serie”.

Durante la pandemia “Juanito nos hizo vencer los temores y ser creativos para actuar”. Desde la azotea de la casa organizó liturgias para todo el barrio, invitando a los vecinos a participar desde sus hogares. “Un tiempo después le tocó morir en esa misma calle donde él empezó a consolar a los vecinos. Su corazón, sencillo y generoso, se durmió cerca de la gente con quien compartió su fe y su vida”.

El P. Juan Sima llegó al Perú muy joven, hizo su Magisterio en el Colegio San José de Arequipa, desarrolló su vocación apostólica como un buen pastor, desde el acompañamiento espiritual y con sus famosos retiros de barro. Todo esto lo plasmó en su libro Hombres de Barro. Trabajó en Tacna, luego en Chiclayo, donde fundó la casa del Alfarero.

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