Durante la audiencia del sábado 17 de diciembre de 2022, el Papa Francisco, junto con el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, autorizó la promulgación de decretos sobre 10 nuevos Beatos y 14 nuevos Venerables. Entre ellos, el P. Matteo Ricci SJ, misionero italiano en China, ahora incluido en la lista de “venerables” reconocidos por la Iglesia.

Durante la audiencia, el Papa Francisco recordó repetidamente la figura del P. Ricci quien, dijo, “fue grande no solo por las cosas que hizo y escribió, sino porque fue un hombre de encuentros, un hombre de la cultura del encuentro, un hombre que supero el hecho de ser extranjero, que se convirtió en ciudadano del mundo”. El P. Matteo Ricci SJ, también dijo Francisco, fue “uno de los primeros en establecer un puente de amistad entre China y Occidente, implementando un modelo aún válido de inculturación del mensaje cristiano en el mundo chino”.

El P. Ricci es reconocido como uno de los más grandes misioneros de la Iglesia y todavía es venerado en Asia. Su notoriedad se difundió espontáneamente y su actividad misionera dejó muchas huellas. Más que palabras difundió la fe por su santidad de vida y por la caridad hacia todos.

Sobre Matteo Ricci

Matteo Ricci nació en Macerata, Italia, en 1552 y murió en Beijing en 1610. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1571, partió para la India en 1577. Estuvo en Macao en 1582, luego entró en China al año siguiente y se instaló cerca de Cantón donde residió durante 17 años. Fue entonces el primer religioso en entrar en la corte del Emperador de China en 1600.

Muy hábil en idiomas y de una memoria prodigiosa, aprendió chino, hasta el punto de dominarlo de una forma notable que seducía a sus interlocutores. Tradujo libros de filosofía, matemáticas y astronomía al chino. También es autor de mapas del mundo que presentan el mundo a China. Inaugura una prestigiosa línea de jesuitas que lo sucederán en la corte imperial.

Se convierte en un chino entre los chinos y también se convierte en un transmisor de los valores del confucianismo a Occidente. Fue él quien mejor expresó por primera vez la oportunidad que tenía el cristianismo de enfrentarse al confucianismo para conocerse mejor a sí mismo y revelar la profunda universalidad de la fe cristiana. Hoy es considerado el apóstol de la inculturación.

Cementerio jesuita que ahora está incluido en el gran jardín de la escuela del Partido Comunista.

Sobre la causa de beatificación

La causa de beatificación de Matteo Ricci tuvo un itinerario bastante accidentado. Durante siglos, Ricci fue indebidamente asociado con el controvertido asunto de los Ritos Chinos, que proyectó una sombra sobre su persona y lo perjudicó gravemente. Los ritos de veneración a los antepasados primero fueron condenados por las autoridades vaticanas (1742) para luego ser admitidos (1939).

Sin embargo, desde el pontificado de Juan XXIII, todos los papas recientes se han pronunciado de forma extraordinariamente positiva sobre el misionero jesuita. En particular Juan Pablo II (1982 y 2001), Benedicto XVI (2010) y Francisco. Este último suele señalar a Ricci como el misionero ideal, capaz de inculturación, diálogo y apertura al otro.

Normalmente, las causas de beatificación comienzan en la diócesis donde fallece el candidato. Matteo Ricci murió en Beijing el 11 de mayo de 1610, a la edad de 57 años. Y está enterrado allí, en el cementerio jesuita que ahora está incluido en el gran jardín de la escuela del Partido Comunista (Beijing Administrative College). No obstante, en vista de la particular situación que atraviesa la Iglesia en China, la causa de beatificación de Ricci se asignó a su diócesis de origen, Macerata.

El proceso de beatificación se abrió por primera vez en 1982. Sin embargo, esa fase nunca tuvo una conclusión clara. Finalmente, en 2010, con ocasión del 400 aniversario de la muerte de Ricci, llegó el momento: el obispo Claudio Giuliodori reabrió el proceso, mostrando no sólo las virtudes heroicas, sino también la fama de santidad que lo rodeó a partir de su muerte. En 2013, la documentación se trasladó a Roma, donde continuó la causa, siguiendo el itinerario previsto, sumamente complejo.

Para llegar a la declaración de «venerabilidad» fue necesaria la aprobación de la comisión teológica que determinó la heroicidad de las virtudes, y luego la aprobación del voto de los cardenales y obispos miembros del dicasterio.

Cabe mencionar que el proceso oficial para declarar a una persona santo o santa de la Iglesia Católica es llamado canonización. Se trata de un proceso complejo que puede durar años e incluso décadas, y que consta de cuatro pasos: Siervo de Dios, Venerable, Beato, y finalmente, Santo.