Las organizaciones jesuitas Entreculturas y Alboan junto al Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) brindan una asistencia articulada ante la emergencia humanitaria causada por la guerra en Ucrania. A un año del conflicto, conocemos los detalles de este programa con Pablo Funes, Coordinador Área de Cooperación Internacional de Entreculturas, y Jaime Pons, coordinador técnico del Servicio Jesuita a Migrantes España.
Acoger: en este verbo, uno de los cuatro propuestos por el Papa Francisco para el trabajo con refugiados, se ha centrado la labor de la organización española “Entreculturas” durante este año del conflicto armado en Ucrania. La institución defiende el acceso a la educación como medio de cambio social, justicia y diálogo entre culturas. Pablo Funes, coordinador del Área de Cooperación Internacional, explica que han favorecido un lugar para que las refugiadas con sus hijos puedan dormir, aunque sea de manera temporal.
También facilitan la alimentación y bienes de primera necesidad, el transporte para muchas familias que desde Ucrania querían refugiarse en otros países europeos. Junto a Alboan, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) y otras obras de la Compañía de Jesús en Europa, han acompañado a 56.042 personas que huían de la violencia. Han implementado alrededor de 82.111 actividades de asistencia a corto y medio plazo, en distintos puntos geográficos a través de la ayuda de emergencia, refugio, apoyo psicológico, educación e integración.
Funes acota que, en el caso de Rumanía, gracias a la experiencia del SJR y la buena relación con la Policía, desde el principio ofrecen asesoría legal a las personas que cruzan y organizan formaciones a las autoridades, para que aseguren los derechos de los refugiados que traviesan la frontera. Sobre todo, han intentado escuchar, siendo empáticos e intentando atender el trauma que muchas de estos individuos están viviendo.
Con las “aulas amigables”, buscan que la infancia refugiada ucraniana siga teniendo acceso a la educación. “Es esencial que los niños y las niñas refugiados tengan un espacio seguro donde puedan no solamente retomar sus estudios, sino también volver a relacionarse con otros niños y, en definitiva, ir dando algo más de normalidad a sus vidas”, dice Funes.
El Servicio Jesuita a Migrantes, por su parte, ha acogido a 440 personas mediante distintos sistemas que van desde familias a modelos comunitarios. Han impartido cursos de español a 250 personas, orientado a 199 en sus centros y formado a 321 en diferentes encuentros. Todo esto ha sido posible por la movilización de su base social, con 1088 voluntarios que han colaborado en distintas actividades.
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(Con información de Vatican News)