El 20 de marzo se realizó la ceremonia de inauguración del año académico en la UARM. El programa inició en la Parroquia San Lucas con la Eucaristía presidida por el P. Provincial Victor Hugo Miranda SJ y concelebrada por el Rector, P. Rafael Fernández SJ, el vicerrector de Investigación, P. Juan Dejo SJ, y el jefe de la Oficina de Formación Ignaciana y Humanista, P. Marvin Quispe SJ.

El Provincial hizo hincapié en que la UARM, desde su fundación, busca aportar en la educación superior desde la espiritualidad. Recordó que es importante mirar el futuro con esperanza, en un contexto en que se vive una crisis de sentido, sin valores, ni códigos morales, en donde la ética parece no tener lugar ni tampoco el diálogo ni la empatía. “No podemos renunciar a la posibilidad de pensar y el rol de la universidad es, precisamente, promover el pensamiento crítico”, expresó.

Comprometidos con la educación y el futuro de los estudiantes

La ceremonia prosiguió en el Auditorio Jeffrey Klaiber SJ con las palabras de Gloria Arméstar, vicerrectora académica, quien destacó que la UARM es un espacio de conocimiento, innovación y de cultura del encuentro donde cada uno puede desarrollar talento, explorar nuevas ideas y contribuir al avance de la sociedad. “Cada inicio de año académico nos permite renovar nuestras metas y fortalecer nuestros proyectos”, señaló.

Se recordó también que el tema del 2025 para la UARM es la ecología integral, el cual fue abordado por Sofía Chacaltana Cortez, directora del Instituto de Ética y Desarrollo, quien estuvo a cargo de la lección inaugural, que tituló: “Inseparables interdependencias: relatos de vínculos entre las especies”. En su brillante exposición dio cuenta, a través de relatos, que la ecología no es solo el estudio de la naturaleza, sino la toma de conciencia de nuestras interdependencias y nuestros vínculos.

Chacaltana indicó que existe también la temporalidad del aprendizaje – el tiempo del estudiante – que tiene que ver con el cultivo del aprendizaje, que al igual que una flor, requiere ser cuidadosamente nutrido y cuidado para luego, en el momento apropiado, florecer. No antes y no después. “Esto nos obliga a reconocer que todo proceso ecológico y social (como el aprendizaje) requiere tiempo para manifestarse y transformarse. Pensando en ello y en la naturaleza de nuestra casa de estudios, un espacio que alberga estudiantes y profesores provenientes de diversas regiones del Perú, del continente americano y de territorios aún más lejanos con múltiples lenguas indígenas, podemos ver que esta universidad es, en sí misma, un ecosistema de interacciones ecológicas y sociales”, expresó.

Por su parte, el P. Rafael Fernández remarcó que la función primordial de la universidad es formar, lo que implica prestar atención a las diferentes capacidades: la memoria, el entendimiento, la voluntad, pero también a dimensiones tan importantes como la sensibilidad. “Formar supone que estas dimensiones adquieran su desarrollo y equilibrio. Entonces de lo que se trata es comprender que no basta con dedicar tiempo a actividades como estar en clases, debatir, leer o hacer un deporte, sino que lo importante es el propósito que motivan estas actividades”, concluyó.

(Con información y fotos de la UARM)