La Amazonia es una de las regiones señaladas en nuestro Plan Apostólico Común como lugar de atención prioritaria en nuestro crecimiento en conciencia y solidaridad latinoamericanas.
La prioridad nos lleva inmediatamente a una región geográfica que abarca varios países y provincias jesuíticas, así como a un conjunto de preocupaciones de la misión universal que atraviesan el conjunto del continente.
Priorizar la Amazonía como unidad de misión que atraviesa varias naciones, países y provincias jesuíticas nos recuerda, inevitablemente, que no podemos responder a los desafíos mayores de la misión sólo desde nuestras estructuras provinciales. Priorizando la Amazonía recordamos que América Latina tiene el desafío de mirase como colectivo y crecer en conciencia y solidaridad común. Es un desafío para los pueblos del continente, y con ellos para la Iglesia y la Compañía de Jesús latinoamericanas.
La prioridad supone sentirnos implicados con el presente y futuro de la Región “Brasil-Amazonía” de la Compañía de Jesús (BAM), que se ubica enteramente en la Amazonía y cuya misión está enfocada en los temas y problemas de la región; pero también con la responsabilidad de otras varias provincias latinoamericanas con misiones amazónicas: Bolivia, Guyana, Perú, Venezuela, y Brasil.
Las misiones amazónicas enfrentan desafíos apostólicos graves y complejos que precisan de fortaleza, sensibilidad y sabiduría en personas e instituciones. Se trata de misiones exigentes que suponen personas con fortaleza para hacer frente a condiciones de vida difíciles, con frecuencia alejadas de los medios y posibilidades urbanas. Son misiones en contextos culturales y religiosos diversos, en general no católicos, que precisan personas e instituciones con sensibilidad para el diálogo respetuoso, intercultural e inter religioso. Sumado a todo esto, la complejidad de los problemas actuales relacionados con modelos de desarrollo y los cambios culturales a que asistimos, exigen personas e instituciones con capacidad de discernimiento y disposición para el análisis permanente de las situaciones.
Por estas razones la Compañía debe preparar adecuadamente a las personas destinadas a misiones amazónicas y gestionar los recursos necesarios para su fortalecimiento y sostenibilidad. No es fácil encontrar personas con vocación y formación adecuada para estas misiones exigentes –laicos y religiosos-, por lo que es necesario promover entre los jóvenes estos destinos y saber cuidar y formar a las personas que se dedicarán a ellas. Es preciso además pensar en “equipos” de trabajo, porque las exigentes condiciones de vida y la complejidad de los problemas y soluciones posibles exigen el trabajo en equipo dentro de las misiones. Las personas aisladas difícilmente podrán formular e implementar aquello que la misión en esta región exige de nosotros.
Sin embargo, no basta que las personas e instituciones en la Amazonía se comprometan, sino que junto con ellas trabajen personas e instituciones en otras regiones pero también comprometidos con las mismas fronteras de misión. Esto nos acerca a una segunda manera de implicarse con la prioridad Amazonía: asumiendo, allí donde estemos, las diferentes obras y ministerios, los temas y fronteras de misión que la atraviesan.
La Amazonía es una frontera geográfica, pero también es encrucijada de fronteras culturales y sociales que atraviesan el continente entero y que son preocupaciones apostólicas centrales de nuestra misión: (1) el cuidado de la creación y la preocupación ecológica es transversal al conjunto de la misión latinoamericana, que se encuentra especialmente desafiado en la Amazonía sometida a un maltrato despiadado, pero que debe trabajarse desde la educación, la pastoral y la incidencia a nivel continental, (2) en la Amazonía se encuentra un gran número de pueblos originarios históricamente invisibilizados y culturalmente despreciados, su priorización expresa nuestra preocupación por la promoción del dialogo intercultural e inter religioso en el conjunto del continente; y (3) priorizar una de las regiones con los indicadores de pobreza más dramáticos del continente expresa nuestra opción preferencial por los pobres y la promoción de la justicia.
Priorizar la Amazonía es poner delante de cada obra y ministerio nuestra preocupación por un territorio desbordante de riqueza natural y biodiversidad, puesto en peligro por un modelo de desarrollo que lastima la tierra, acaba con las fuentes de agua y va destruyendo la riqueza de la diversidad biológica. La misión por la Amazonía precisa del trabajo de universidades y centros de reflexión que formulen alternativas a los modelos de vida y desarrollo que destruyen la vida natural, de escuelas que formen a las nuevas generaciones preocupadas por la sostenibilidad del planeta y de un trabajo pastoral y teológico que incorpore el cuidado de la creación en la manera en que damos razón de nuestra esperanza.
Priorizar la Amazonía es poner delante de cada obra y ministerio nuestra preocupación por una región habitada por múltiples culturas, religiones, modos de vida, que buscan vivir y convivir en un mundo cada vez más globalizado. La prioridad nos coloca ante el desafío del dialogo intercultural en el conjunto del continente. Nos pone delante de la exigencia de justicia para pueblos originarios marginados y vulnerables, marginados socialmente y despreciados culturalmente. La misión en la Amazonía precisa que otros muchos en América Latina trabajemos activamente por la creación de sociedades reconciliadas con su diversidad cultural y lingüística, con planes educativos y estructuras normativas que reconozcan la historia y los derechos de pueblos y culturas aún hoy invisibilizadas o marginadas.
El Señor nos ayude a saber encontrar los caminos para fortalecer nuestra solidaridad como conjunto continental de misión. Nos ayude a saber dinamizar nuestra misión amazónica y a atender los desafíos que ella plantea al conjunto del continente. El Señor anime a más personas, jesuitas –especialmente jóvenes jesuitas en formación-, religiosos y religiosas, laicos y laicas, a soñar con ofrecer sus vidas para esta desafiante y hermosa misión de Dios a la que hemos sido llamados como Compañía de Jesús en América Latina.
P. Miguel Cruzado, SJ
Provincial de la Provincia del Perú
(Fuente: Palabra de CPAL. Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina)