El sábado 6 de noviembre se realizó la cuarta fecha del Ciclo de Conversatorios “Autobiografía un diálogo ignaciano”. Este encuentro titulado “Ignacio el fundador de la Compañía” tuvo como invitado al P. Mario Rivera SJ, de la Provincia Jesuita de Colombia, y fue conducido por el P. José Luis Gordillo SJ, , director del Centro de Espiritualidad Ignaciana.

Siguiendo el mismo formato de los conversatorios pasados, el P. José Luis Gordillo SJ brindó una breve bienvenida y recordó que este ciclo de conversatorios se realiza en el marco del Año Ignaciano y tiene el objetivo de ayudarnos a reflexionar acerca de nuestra propia espiritualidad.

En esta fecha se dialogó en torno a una etapa de Ignacio posterior a su conversión, en la que visita diferentes lugares en los que desea establecerse pero no puede. Estos momentos lo llevaron a encontrarse con situaciones de frustración pero todas estas experiencias dificiles generaron en Ignacio «la necesidad de mirar más allá de su propio país».

«Este periodo es muy rico y poco a poco hemos ido descubriendo una imagen de Ignacio peregrino, buscador, que va cediendo a una imagen fija que tenía de Dios y que, en los acontecimientos que llegan a su vida, se va dando cuenta de que tiene que ir cambiando».

Por su parte el P. Mario Rivera SJ, docente en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), comenta que en «Ignacio no había una vocación puramente académica. Lo académico empieza a entrar en su vida como consecuencia de sus apuestas apostólicas».

En esta etapa Iñigo siente una profunda motivación de viajar a Jerusalén y se encamina a Barcelona con el fin de viajar a Roma a solicitar el permiso. «Camino a Roma Ignacio no se dejaba acompañar por nadie, incluso llega solo a Jerusalén. Pero, cuando regresa a Barcelona y se encamina a Alcalá empieza a constituir a un grupo de compañeros. Cada vez hay una dimensión más comunitaria en la vida de Ignacio, pasa de una dimensión más individualista, personalista, a una dimensión más comunitaria».

El peregrino llega a Alcalá buscando formarse y permancé ahí durante año y medio. En ese tiempo ayuda a la gente, atiende a los pobres, «logra tocar a la gente y genera conversiones tan profundas en las personas que empieza a generar sospechas». Por esta razón se le prohibe hablar de espiritualidad hasta que termine sus estudios, pero esto resulta imposible para Ignacio, «él podía aceptar muchas otras cosas que le impusieran pero nunca podía traicionar al espíritu». En ese sentido, vuelve a una tradición antigua de la Iglesía «y es que teología y espiritualidad deben ir de la mano. La mejor teología es la que esta al lado de la espiritualidad, y la espiritualidad más profunda es la que está aliada de la teología».

A través de distintas experiencias Ignacio se va dando cuenta que «en su tierra no es capaz de seguir a Jesús como él quisiera» , las circunstancias históricas y políticas del siglo XVI no son el lugar para que pueda fructificar. Es en París donde la vida universitaria le va a permitir vivir experiencias de discernimiento junto a sus compañeros y es así como va a fundar la Compañía de Jesús.

Los invitamos a participar del quinto y último conversatorio que se realizará el 4 de diciembre, a las 7 pm, a través del canal de YouTube de la Provincia “Jesuitas del Perú”.