El próximo 7 de mayo será beatificada Sor María Agustina Rivas López, religiosa de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, asesinada por miembros de Sendero Luminoso el 27 de setiembre de 1990 en el distrito de La Florida (Chanchamayo, Junín).

Aguchita es la primera beata mártir peruana. Se une a los beatos mártires también asesinados por Sendero Luminoso, PP. Franciscanos Polacos Miguel Tomaszek y Zbiegniew Strzałkowski y al sacerdote diocesano italiano Alessandro Dordi, asesinado en el pueblo de Santa, en la diócesis de Chimbote.

La investigación canónica que recoge los elementos de la vida y muerte de Sor María Agustina comenzó el 4 de octubre de 2017 en la diócesis de San Ramón. El 22 de mayo de 2021, el Papa Francisco reconoció la muerte «in odium fidei» (en odio de la fe) de Sor María Agustina y firmó el decreto de beatificación.

Finalmente este sábado, a las 10 am, se realizará la Eucaristía de Beatificación en el Centro Poblado La Florida (Perené, Chanchamayo). Esta celebración será presidida por el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Un día antes de la beatificación, a las 7 pm, se realizará una Vigilia de Oración en la Catedral de San Ramón. Ambas actividades serán transmitidas en vivo a través de la página de Facebook @causaaguchita.

Vida y martirio de Aguchita

Antonia Luzmila Rivas López fue la primera de los once hijos de Dámaso Rivas y Modesta López. Nació el 13 de junio de 1920, en Coracora (Parinacochas, Ayacucho). Al entrar a la vida religiosa tomó el nombre de Maria Agustina de Jesús, llamada cariñosamente Aguchita.

El 8 de febrero de 1944, fiesta del Corazón Inmaculado de María, hizo su primera profesión religiosa. El 8 de febrero de 1949 hizo su profesión perpetua a la edad de 29 años, renovando su compromiso, su entrega y alegría.

Durante sus primeros años trabajó en la casa de Barrios Altos (Lima), como directora de la lavandería. Luego de ello pasó cinco años como enfermera en la comunidad de las Hermanas Contemplativas del Buen Pastor. En 1976 formó la recién creada comunidad Reina de la Paz ubicada en Salamanca (Lima), cuyas actividades se centraban en servicios de asistencia, promoción y prevención para menores adolescentes.

En marzo de 1980, la Congregación establece su presencia en la zona de La Florida ( Chanchamayo, Junín), trabajando en la promoción, capacitación y evangelización de la mujer nativa y colona. Las Hermanas organizaron una pastoral educativa y juvenil; además, proyectos que buscaban promover la capacitación de la mujer de la zona por medio de una educación integral que las convierta en protagonistas y promotoras de otras mujeres.

Ese mismo año, el Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso inició sus actividades terroristas. La comunidad del Buen Pastor era la única presencia estable de la Iglesia en toda la zona. Después de un proceso de discernimiento, la Congregación y las Hermanas optaron por quedarse para seguir ayudando y acompañando a la población a pesar del peligro que esto implicaba. La labor apostólica de las hermanas se extendió a las comunidades vecinas mediante programas de salud, educación, nutrición, alfabetización, artesanía y catequesis familiar.

En marzo de 1988, Aguchita fue enviada por la Provincial para fortalecer el equipo que venía trabajando en el proyecto de promoción de la mujer y ayudar a la comunidad con su experiencia. Aguchita se entusiasmó enseguida con la idea de poder ser por fin misionera, sintiendo un profundo deseo hecho realidad. Era consciente del riesgo que se corría en esa zona.

Durante las incursiones de los grupos subversivos en el Valle de Yurinaqui, en más de una ocasión, las religiosas consideraron la posibilidad de suspender la misión, pero pesó más la responsabilidad y la conciencia de lo que significaba su presencia como mensaje de paz y esperanza en esos dramáticos momentos. En este contexto, la comunidad y Aguchita habían manifestado personalmente su deseo de permanecer allí.

Tras un breve retiro en Lima en enero de 1990, regresó a La Florida para retomar la misión, a pesar de quedar pendiente una intervención quirúrgica de cataratas.

El 27 de setiembre de 1990, un grupo de miembros de Sendero Luminoso, compuesto en su mayoría por jóvenes, irrumpió en La Florida y convocó a toda la población a una asamblea. En ese momento, la hermana Agustina estaba con un grupo de niñas, dándoles clases de cocina.

Cuando se reunió con los demás en la plaza central, la obligaron a ponerse en fila junto a otras cinco personas. Traían una lista de las personas que iban a ejecutar, entre ellas una religiosa. Eran acusadas de manipular a los niños con la educación y de criticar la violencia; además de difundir un mensaje de paz y justicia, de organizar a la población y de repartir víveres; de apoyar a los asháninkas.

Después saquearon los almacenes de la Cooperativa y la posta médica, siguieron con sus frecuentes amenazas y dispersaron a la población. La ejecución, que se produjo en cuestión de segundos, dejó a seis personas muertas en el suelo. Aguchita fue la última y como siempre hizo intercedió ante Dios y ante los ejecutores por sus hermanos de martirio.