El 22 de noviembre cinco representantes de la revista estadounidense «America» entrevistaron al Papa Francisco en su residencia de Santa Marta en el Vaticano. A Matt Malone SJ, editor jefe saliente de America, se le unieron Sam Sawyer SJ, editor jefe entrante; el editor ejecutivo Kerry Weber; Gerard O’Connell, corresponsal de America en el Vaticano; y Gloria Purvis, presentadora de «The Gloria Purvis Podcast». Discutieron una amplia gama de temas con el Papa, incluyendo la polarización en la iglesia de Estados Unidos, el racismo, la guerra en Ucrania, las relaciones del Vaticano con China y la enseñanza de la iglesia sobre la ordenación de mujeres. La entrevista se realizó en español con la ayuda de una traductora, Elisabetta Piqué. Compartimos parte de la entrevista:

– Santo Padre, America Magazine fue fundada por los Jesuitas en 1909 y desde entonces nunca dejó de editarse. Y esta es nuestra primera oportunidad de hablar cara a cara con el Papa y estamos muy agradecidos. Lo primero que le viene a la mente a nuestros lectores, que los sorprende, es que usted siempre aparece alegre, feliz, incluso estando en medio de crisis y problemas. ¿Qué es lo que lo hace tan feliz, tan sereno y alegre en su ministerio?

Yo no sabía que siempre estoy así. Cuando estoy con la gente yo estoy feliz, siempre. Una de las cosas que como papa me cuesta más, es no andar por la calle, con la gente, porque acá no se puede salir, es imposible andar por la calle. Pero yo no voy a decir que estoy feliz porque esté bien de salud, o porque como bien, o porque duermo bien o porque rezo mucho. Estoy feliz porque me siento feliz, Dios me hace feliz. Yo no tendría que reprocharle nada al Señor de alguna cosa que me haya hecho mala. A lo largo de mi vida siempre me llevó por su camino a veces en momentos difíciles, pero siempre está la seguridad de que uno no camina solo. Yo tengo esa seguridad. Yo no camino solo, Él está al lado mío. Uno tiene sus equivocaciones, también sus pecados, yo me confieso cada 15 días, pero no sé, yo soy así.

Santo Padre, en su discurso al Congreso de EEUU, hace siete años, hizo una advertencia en contra del “reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; o en justos y pecadores”. Usted también llamó a “un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común”. No obstante, desde su discurso al Congreso no sólo hemos visto crecer aun más profundamente la polarización política, sino también la polarización en la vida de la Iglesia. ¿Cómo puede la Iglesia responder a la polarización en su propia vida y ayudar a responder a la polarización de la sociedad?

La polarización no es católica. Un católico no puede pensar aut-aut y reducirlo todo a polarización. La esencia de lo católico es et-et. Lo católico une lo bueno y lo no tan bueno. El pueblo de Dios es uno solo. Cuando hay polarización entra una mentalidad divisoria, que privilegia unos y deja de lado a otros. Lo católico siempre es armónico de las diferencias. Si vemos como actúa el Espíritu Santo, primero hace el desorden: pensemos en la mañana de Pentecostés, el lío que se armó allí. Y después hace la armonía. El Espíritu Santo en la Iglesia no reduce todo a un solo valor, sino que hace armonía de las diferencias de los opuestos. Y ése es el espíritu católico. Cuanto más armonía con las diferencias y con los opuestos se hace más católico. Cuanto más polarización, se pierde el espíritu de lo católico y se cae en espíritus sectarios. Esto no es mío, pero lo repito: lo católico no es aut-aut, sino que es et-et, sumar las diferencias. Y así se entiende el modo de tratar el pecado en lo católico, que no es puritano. Santos y pecadores, los dos juntos.

Es curioso sobre esto buscar las raíces de lo católico en las opciones que hizo Jesús. Jesús tenía cuatro posibilidades: o ser fariseo o ser saduceo, o ser esenio o ser zelote. Eran los cuatro partidos, las cuatro opciones de la época. Y Jesús no fue ni fariseo, ni saduceo, ni esenio, ni zelote. Otra cosa distinta. Y si miramos las desviaciones de la historia de la iglesia vamos a ver que siempre van por el lado del fariseísmo, del saduceísmo, de los esenios o de los zelotes. Jesús superó todo eso con una propuesta que son las bienaventuranzas, otra cosa distinta.

Las tentaciones en la Iglesia fueron siempre mandarse por estos cuatro caminos. En Estados Unidos ustedes tienen un catolicismo propio de Estados Unidos, normal. Pero también tienen unos grupos católicos ideológicos.

En 2021, hicimos un sondeo preguntando en quiénes confiaban los católicos como guía-líderes en fe y moral. De los grupos que pusimos en la lista, la Conferencia Episcopal de EEUU quedó última: sólo un 20% de los católicos la consideró “muy confiable”. Los católicos consideraron mejor a sus obispos locales: un 29% los describió como “muy confiables”. Pero la mayoría de los católicos parece haber perdido su fe en la habilidad de la conferencia episcopal de dar en forma colectiva un liderazgo moral. ¿Cómo pueden los obispos de EEUU recuperar la fe de los católicos norteamericanos?

La pregunta es buena porque se habla de los obispos. Creo que es engañoso hacer la relación católicos-Conferencia Episcopal. La Conferencia Episcopal no es el pastor, el pastor es el obispo. Entonces uno corre el riesgo de disminuir la autoridad del obispo cuando mira a una Conferencia Episcopal. La Conferencia Episcopal es para unir a los obispos, trabajar juntos, discutir los temas, hacer planes de pastoral. Pero cada obispo es el pastor. No licuemos la potestad episcopal, reduciéndola a la potestad de la Conferencia Episcopal. Porque ahí luchan las tendencias, más de derecha, más de izquierda, más de aquí, más de allá y de alguna manera no hay una responsabilidad de carne y hueso como la de su obispo con su pueblo, pastor, con su pueblo.

Jesús no creó la conferencia espiscopal, Jesús creó a los obispos y cada obispo es pastor de su pueblo. Sobre esto, evoco a un autor del siglo V que a mi juicio escribió el mejor perfil de un obispo, que es San Augustín en su tratado “De pastoribus”.

Entonces la pregunta es ¿cómo es la relación de un obispo con su pueblo? Y me permito citar un obispo que yo no sé si es conservador, si es de avanzada, si es de derechas, si es de izquierdas, pero es muy buen pastor. Seitz, en la frontera con México, es un hombre que toma en mano todas las contradicciones de ese lugar y las lleva adelante como pastor. No digo que los demás no sean buenos, pero este es el que conozco. Hay algunos buenos obispos que son más de derecha, algunos buenos obispos que son más de izquierda, pero son más obispos que la ideología, son más pastores que la ideología. Y ese es el secreto.

La respuesta a su pregunta es: la Conferencia Episcopal puede variar, es una organización de ayuda y de unir, símbolo de unidad. Pero la gracia de Jesucristo está en la relación entre el obispo y su pueblo, su diócesis.

– Santo Padre, el aborto es un tema muy politizado en Estados Unidos. Sabemos que está mal y recientemente la Corte Suprema de Estados Unidos decretó que no hay un derecho constitucional al aborto, aunque esto aún parece afectar a la Iglesia en el sentido de que nos divide. ¿Los obispos deben darle prioridad al aborto en relación a otras cuestiones de justicia social?

Sobre el aborto te digo estas cosas que repito ahora. En cualquier libro de embriología se dice que un poco antes del mes de la concepción ya están delineados los órganos en el feto chiquitito y el DNA. Antes que la madre se dé cuenta. Por tanto, es un ser humano vivo. No digo una persona, porque se discute eso, pero un ser humano. Y me hago dos preguntas. ¿Es justo eliminar un ser humano para resolver un problema? Segunda pregunta: ¿es justo alquilar un sicario para resolver un problema? El problema es cuando esta realidad de matar a un ser humano se transforma en un problema político. O cuando un pastor de la iglesia entra en una categorización política. Cada vez que un problema pierde pastoralidad, ese problema se transforma en un problema político. Y pasa a ser más político que pastoral. O sea, no dejemos que nadie se apropie de esa verdad que es universal. No es de tal partido o de tal otro. Es universal. Cuando yo veo que un problema como este, que es un crimen, adquiere una intensidad fuertemente política, yo digo, ahí falta pastoralidad en el modo de abordar ese problema. Sea en este problema del aborto como en otros problemas, no hay que perder de vista la pastoralidad: un obispo es un pastor, una diócesis es el santo pueblo fiel de Dios con su pastor. No podemos tratarlo como si fuera una cosa civil.

La pregunta era si la Conferencia episcopal pone la lucha contra el aborto, como el problema número uno, el resto es secundario…

Mi respuesta es: es un problema de la Conferencia Episcopal que tiene que resolver dentro de ella. A mí lo que me interesa es la relación del obispo con el pueblo, que es lo sacramental. Lo otro es organizativo y las conferencias episcopales a veces se equivocan. Basta mirar en la Segunda Guerra ciertas opciones que alguna Conferencia Episcopal tomó y estaba equivocada de un punto de vista político o social. A veces gana una mayoría que quizás no es la que tiene razón o no. O sea, que quede claro esto: una Conferencia Episcopal normalmente tiene que dar sus opiniones sobre fe y costumbres, pero sobre todo sobre organización diocesana y etc. La parte sacramental del oficio pastoral está entre la relación del pastor y el pueblo de Dios, del obispo y su pueblo. Y eso no lo puede delegar en la Conferencia Episcopal. La Conferencia ayudará a hacer cursos, son muy meritorios los que hace, pero el pastor es más importante. Más que importante, yo diría lo esencial, lo sacramental. Evidentemente cada obispo tiene que buscar la fraternidad con los otros obispos, eso es importante. Pero lo esencial es la relación con su pueblo.

– La crisis de los abusos dañó muchísimo la credibilidad de la Iglesia y su esfuerzo de evangelización. Recientes revelaciones de abusos cometidos por obispos –que pudieron retirarse tranquilamente-, han hecho aumentar la preocupación sobre la transparencia de la Iglesia en el manejo de casos de abusos, especialmente vinculados a obispos. ¿Qué más puede hacer el Vaticano para mejorar en este aspecto la transparencia?

Un poco de historia. Hasta el momento de la crisis de Boston, cuando se destapó, en la iglesia se actuaba cambiando a algún abusador de lugar, cubriendo, que es como se actúa en las familias hoy día. El problema del abuso sexual es gravísimo en la sociedad. Cuando tuve la reunión con los presidentes de las Conferencias Episcopales hace tres años y medio, pedí las estadísticas oficiales y el 42-46% de los abusos son en la familia o en el barrio. Después, sigue en cantidad, en el mundo del deporte, en el de la educación y el 3%, los sacerdotes católicos. Uno podría decir ‘qué bien, somos pocos’. No, si fuera uno solo, es monstruoso. Es de las cosas más monstruosas el abuso de menores. La costumbre era la que se usa en las familias todavía o en algunas otras instituciones: cubrir. La iglesia hizo una opción: no cubrir. Y de ahí se fue progresando a través de los procesos judiciales, de la creación de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores. Ahí el grande es el cardenal O’Malley, Boston, que tuvo la mentalidad de institucionalizar esto dentro de la Iglesia.

Cuando la gente honesta ve cómo la Iglesia se hace cargo de esta monstruosidad, ve que una cosa es la Iglesia y otra cosa son los abusadores que están dentro de la Iglesia y que son castigados por la misma Iglesia. El grande en tomar estas decisiones fue Benedicto XVI. Es un problema “nuevo”, entre comillas, en la manifestación, pero eterno, ya que existe desde siempre. En el mundo pagano siempre se dio el uso del menor por placer. Una de las cosas que más me preocupan sobre esto es la pedo-pornografía: eso se filma en vivo: ¿en qué país se filma? ¿Qué hacen las autoridades de ese país que permite eso? Es criminal, criminal.

La Iglesia se hace cargo de su propio pecado y seguimos adelante, pecadores, confiando en la misericordia de Dios. Cuando viajo, generalmente recibo a una delegación de víctimas de abusos. Una anécdota sobre esto. Cuando estaba en Irlanda pidieron audiencia personas abusadas. Eran seis o siete y vinieron un poco así (enojados) al inicio y tenían razón. Yo les dije: ‘miren, hagamos una cosa, mañana tengo que decir el sermón. ¿Por qué no lo preparamos juntos, sobre este problema?’. Y entonces ahí se dio un fenómeno lindo porque lo que era simplemente la protesta se transformó en algo positivo y todos juntos hicieron la homilía conmigo del día siguiente. Esa fue una cosa positiva, en Irlanda, uno de los lugares más calientes que tuve que enfrentar. ¿Qué tiene que hacer la Iglesia entonces? Seguir adelante con seriedad y con vergüenza. ¿Respondí a tu pregunta?

Santo Padre, una cosa que le quería preguntar, la Iglesia de EEUU ve que hubo un gran avance en el tema de abusos cuando ocurren con sacerdotes, pero pareciera que hay menos transparencia cuando se trata de obispos acusados y es una preocupación…

Sí y ahí creo que hay que ir con la transparencia igual. Si hay menos transparencia es un error.

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(Con imagen e información de American Magazine)