Los conflictos, la crueldad de la violencia, la protección de los patrimonios naturales, los males de la Iglesia, el sueño para África: son algunos de los temas abordados por el Papa Francisco en los últimos encuentros que mantuvo con jesuitas en la República Democrática del Congo (RDC) y en Sudán del Sur, reuniones que se han convertido en citas fijas en la agenda de sus viajes apostólicos.
Visita a la República Democrática del Congo
El 2 de febrero en Kinshasa (RDC), 82 jesuitas encabezados por el P. Provincial Rigobert Kyungu se reunieron con el Santo Padre. Entre ellos se encontraba también el jesuita Donat Bafuidinsoni, obispo de Inongo. Durante la conversación, el tema de la misión de reconciliación y justicia recibió mucha atención. «Aquí el tema del conflicto, de las luchas entre partes, es fuerte. Pero abramos los ojos al mundo: ¡el mundo entero está en guerra!», precisó el Papa, recordando las situaciones en Siria, Yemen, Myanmar, América Latina, Ucrania. «¿Tendrá la humanidad el valor, la fuerza o incluso la oportunidad de dar marcha atrás? Vamos hacia adelante, hacia el abismo. No lo sé: es una pregunta que me hago. Siento decirlo, pero soy un poco pesimista», afirmó.
«Hoy realmente parece que el principal problema es la producción de armas. Sigue habiendo mucha hambre en el mundo y seguimos fabricando armas. Es difícil dar marcha atrás en esta catástrofe. Y no hablemos de las armas atómicas. Sigo creyendo en un trabajo de persuasión», comentó el Pontífice a los jesuitas congoleños. Francisco recuerdó los relatos de las víctimas de la violencia que tanto le golpeó, de una crueldad inimaginable. Incluso a los jesuitas de Sudán del Sur les repite: «Hoy también la nuestra es una cultura pagana de la guerra, en la que cuenta cuántas armas tienes. Todas son formas de paganismo».
El Papa se detiene en la cuestión medioambiental, con todas sus repercusiones económicas, considerando la cuenca del río Congo, segundo pulmón verde del Planeta después del Amazonas, amenazada por la deforestación, la contaminación y la explotación intensiva e ilegal. A la pregunta de si podría celebrarse un Sínodo sobre esta región como el que se celebró para la Amazonia, responde que no habrá Sínodo, pero que sin duda sería bueno que la Conferencia Episcopal se comprometiera sinodalmente a nivel local, precisamente porque el equilibrio planetario depende también de la salud del bioma del Congo.
De las liturgias vividas en el país, expresa su aprecio por el rito congoleño porque, dice, es una obra de arte, una obra maestra, realizada no como una adaptación, sino como «una realidad poética, creativa». A continuación, retoma la imagen de la Iglesia como hospital de campaña, subrayando que una de las cosas más feas de la Iglesia es el autoritarismo, «espejo de una sociedad herida por la mundanidad y la corrupción». Y añade: «La Iglesia no es una multinacional de la espiritualidad. ¡Mirad a los santos! ¡Cura, cuida las heridas que vive el mundo! ¡Servid al pueblo! La palabra ‘servir’ es muy ignaciana. ‘En todo amar y servir’ es el lema ignaciano. Quiero una Iglesia de servicio».
El Papa mira hacia 2025, cuando se celebrará el 1700 aniversario del primer Concilio de Nicea. Menciona que están en marcha los preparativos con el Patriarca Bartolomé para celebrarlo «como hermanos», con la esperanza de llegar a un acuerdo sobre la fecha de la Pascua. También vuelve a mencionar el tema de la renuncia. No cree que la dimisión de los Papas deba convertirse en algo normal: «Benedicto tuvo el valor de hacerlo porque no tenía ganas de seguir adelante a causa de su salud. Esto no está en mi agenda por el momento. Creo que el ministerio del Papa es ad vitam. No veo ninguna razón para que no sea así». Y así piensa también para el papel de Superior General de la Compañía: «Sí, soy conservador en esto», dice.
Visita a Sudán del Sur
En Sudán del Sur, el 4 de febrero, Francisco se reunió en Juba con los 11 jesuitas que trabajan en el país y con el P. Kizito Kiyimba, Superior de la Provincia de África Oriental, que incluye Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Uganda, Kenia y Tanzania.
«África debe crecer, no ser explotada»: éste es el sueño expresado aquí por el Papa para el continente, un tema sobre el que ya había interactuado el pasado noviembre durante un encuentro en línea con estudiantes africanos. Vivo es el recuerdo de aquellos testimonios que habían revelado una inteligencia brillante. «África necesita políticos que sean personas así: buenas, inteligentes, que hagan crecer a sus países. Políticos que no se dejen engañar, sobre todo, por la corrupción. La corrupción política no deja espacio para el crecimiento del país, lo destruye», repitió con sus hermanos.
También hubo espacio para hablar del proceso de beatificación del Padre Arrupe. «Su causa sigue adelante -dijo-, porque una de las etapas ya está cumplida. Hablé de ello con el Padre General. El mayor problema se refiere a los escritos del Padre Arrupe. Ha escrito mucho y es necesario leerlo todo. Y esto ralentiza el proceso». Recordar su figura también le da al Papa la oportunidad de subrayar la importancia de la oración, una oración que siempre se encarna en las exigencias de la realidad en la que uno se encuentra. «Tengo miedo de los predicadores de la oración que hacen oraciones abstractas, teóricas, que hablan, hablan, pero con palabras vacías», señala Francisco. Esa oración que, junto a la valentía y la ternura, san Ignacio quería en los jesuitas. Esta es la invitación del Papa también para sus compañeros de hoy.
(Con información de Vatican News)