El Papa Francisco celebró esta mañana con sus hermanos jesuitas la Eucaristía por la festividad de la Imposición del nombre de Jesús, en la Iglesia del Gesù, en Roma. La ceremonia fue también un momento de acción de gracias por la reciente canonización del jesuita san Pedro Fabro, el pasado 17 de diciembre.

“El centro de la Compañía de Jesús es Cristo y su Iglesia». «Los jesuitas queremos ser condecorados con el nombre de Jesús, militando bajo el escudo de su Cruz y ello quiere decir tener los mismos sentimientos de Cristo. Significa pensar como Él; amar como Él; ver como Él; caminar como Él. Significa hacer lo que Él ha hecho y con sus mismos sentimientos, con los sentimientos de su Corazón», dijo el Papa en la homilía.


Además, propuso a sus hermanos jesuitas tomar como modelo el ejemplo del primer sacerdote jesuita de la historia, san Pedro Fabro, que, dijo, realizó verdaderas «locuras apostólicas».

“Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo. Es esta la pregunta que debemos hacernos: ¿tenemos esas grandes visiones y el impulso? ¿Somos audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? ¿O somos mediocres y nos contentamos con nuestras programaciones apostólicas de laboratorio? Recordémoslo siempre: la fuerza de la Iglesia no está en sí misma y en su capacidad de organizar, sino que se esconde en las aguas profundas de Dios. Y estas aguas agitan nuestros deseos y los deseos expanden el corazón. Sin deseos no se va a ninguna parte».

Pedro Fabro, recordó el Papa Francisco, pasó toda su vida buscando la «familiaridad con Dios», para tener un corazón trasplantado en el de Jesús. Y con estos sentimientos fue un defensor del diálogo en la Europa dividida por la Reforma de Lutero, con el «arma de la mansedumbre cristiana”.

«Se me ocurre pensar en la tentación, de que tal vez podamos tener, y que tantos tienen, de unir el anuncio del Evangelio con bastonazos inquisitoriales, de condena. No, el evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor».

Esta es la tercera vez que el papa visita la Iglesia de Gesù, querida por san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, en el corazón de Roma. En esta, Francisco celebró la fiesta litúrgica de San Ignacio de Loyola el pasado 31 de julio, así como también, se detuvo en ella en el marco de su visita al Centro Astalli de Roma, que es la sede italiana del Servicio Jesuita para los Refugiados, el pasado 10 de septiembre.

Para leer la homilía completa, haga clic aquí