En el marco de su visita a Eslovaquia (del 12 al 15 de setiembre), el Papa se reunió con 53 jesuitas de la Iglesia local. En este encuentro Francisco escuchó sus preguntas, hizo algunas, y alentó la misión en una época de secularización y caída de las vocaciones. No pareció cansado ni una sola vez, como cuentan los presentes, a pesar del tour de force del primer día de viaje que, en 24 horas,le permitió estar primero en Budapest y luego en Bratislava.

Una persona de la familia

El encuentro duró alrededor de una hora y media. «Ha ido muy bien, en un ambiente de serenidad», dijo el P. Jozef Bartkovjak, jefe de la sección eslovaca de Radio Vaticano Noticias y corresponsal en Bratislava, que estuvo presente en esta reunión que describió como «un encuentro familiar». A pesar de que aún no había cenado y de que acababa de regresar de una exigente reunión con el Consejo Ecuménico de las Iglesias, el Santo Padre «estaba bastante fresco». Ya había hecho varias cosas, pero estaba totalmente presente, bromeaba, estaba animado. Nos dio la impresión de que nos habíamos reunido con una persona muy querida, con la que es un placer estar juntos. Una persona a la que conocemos, pero a la que no conocíamos de cerca. Escuchamos sus palabras y pudimos decirle lo que deseamos, lo que hacemos.

Impulso para la misión

El Papa animó vivamente a los 53 jesuitas (hay 80 jesuitas en Eslovaquia en total) a continuar su misión en el país, que se lleva a cabo en diferentes apostolados, con especial énfasis en la educación y la formación, en una Facultad de Teología y en dos Casas de Ejercicios Espirituales, que permanecieron activas incluso durante los oscuros años del régimen comunista. Esto es un pequeño estímulo en los difíciles tiempos actuales, marcados por la pandemia del Covid-19, pero también por la secularización que impregna toda Europa, y el descenso de la población y de las vocaciones. «En el pasado», explica el P. Jozef, «en la Iglesia clandestina durante el régimen comunista, los jesuitas daban formación a los nuevos miembros, casi como un noviciado oculto. De este modo, en nuestra provincia no se saltó ninguna generación, se cubrieron todos los años, incluso durante el comunismo».

Nuevos retos

Ahora hay nuevos retos por delante, pero, dice el religioso, «tener tanto aliento del Papa, que realmente nos hizo sentir su presencia, que apreció lo que hacemos a pesar de las dificultades, nos ayudó a no desfallecer». «Todos los jesuitas, de hecho», informa Bartkovjak, «que vinculan su vocación a la del Sucesor de Pedro sentimos reforzada nuestra identidad. Estar cerca del Papa y no sentir ningún bloqueo fue como una caricia».

Preguntas y respuestas

Lo que hizo que la visita fuera aún más libre y familiar fue sin duda el carácter confidencial de la reunión: a puerta cerrada y sin la presencia de los medios de comunicación. Los presentes no pronunciaron palabras sobre el contenido de la reunión, pero sí muchos comentarios sobre el estado de ánimo del Pontífice. «Como ya he dicho, todo fue muy espontáneo. Los jesuitas presentes, pero también el Santo Padre, formularon varias preguntas. Podíamos hablar de todo, con mucha libertad».

La reunión terminó con una foto de grupo y si «el Santo Padre parecía satisfecho», los jesuitas dijeron estar «100% satisfechos, de hecho 200% satisfechos».

(Con información de Vatican News)