El sábado 4 de diciembre se realizó la quinta y última fecha del Ciclo de Conversatorios “Autobiografía un diálogo ignaciano”. Este encuentro titulado “Ignacio, el Superior de la Compañía” tuvo como invitado al P. Juan Carlos Gutiérrez SJ, director del Colegio de la Inmaculada (Lima), y fue conducido por el P. José Luis Gordillo SJ, director del Centro de Espiritualidad Ignaciana.

Siguiendo el mismo formato de los conversatorios pasados, el P. José Luis Gordillo SJ brindó una breve bienvenida y recordó que este espacio virtual de conversación y reflexión fue organizado por el Centro de Espiritualidad Ignaciana (CEI) en el marco del Año Ignaciano, con el objetivo de ayudarnos a discernir nuestra propia experiencia de conversión.

En esta ocasión reflexionaron en torno al tiempo en que Ignacio estuvo a cargo del gobierno de la Compañía de Jesús. El P. José Luis remarcó que esta fue “una etapa de la vida de Ignacio de Loyola muy interesante. Más allá de su deseo de no asumir esta responsabilidad, el discernimiento de sus hermanos terminó convenciéndolo de confiar en que la voluntad de Dios le hablaba a través de ellos”.

En 1541 Ignacio asumió como Superior de la Compañía de Jesús, en un periodo y un tiempo en el que probablemente no había previsto dedicarse a esta misión. Él junto a sus hermanos habían visto que la Compañía estaba tomando un ritmo y unas características específicas, y quería ser parte de ello.

El P. Juan Carlos considera importante tener en cuenta que el gobierno de Ignacio fue el primer Gobierno General y se caracterizó por tres rasgos importantes. El primero es que “el gobierno inició con una elección que marcó el carácter espiritual de las elecciones de los siguientes generales”. En este proceso se marcaron momentos espirituales de oración, momentos personales y otros en común. 

La segunda característica es que “su gobierno recibió el encargo de sentar los cimientos de la Compañía”. Es así como se crearon las Constituciones que siguen vigentes hasta hoy en día.

La tercera característica es que “el gobierno de Ignacio muestra la importancia de sabernos adaptar a las necesidades apostólicas exigidas por la realidad en la que queremos servir”.  Ejemplo de ello son los colegios y la figura del hermano jesuita dentro de la Compañía. Ambos nacen para dar respuesta a las necesidades de su época.

Durante su gobierno Ignacio tuvo un proceso fuerte de discernimiento en cuanto al tema de la pobreza dentro de la Compañía. En este sentido surgieron ciertas reflexiones importantes. La primera fue que “la pobreza no es una cuestión numérica, sino una actitud interior. Está estrechamente ligada a la profundidad espiritual”. Lo segundo que reveló este proceso es que “la vida espiritual requiere un centro expresado en momentos prácticos que organizan la vida cotidiana”.

El P. Gutiérrez concluyó que esta última etapa de la vida de Ignacio dio lugar a varios procesos de síntesis. “Estos discernimientos personales, a veces radicales de Ignacio, terminan en discernimientos comunitarios donde se cuida mucho el trabajo interior individual para que juntos podamos encontrar la voluntad de Dios, que es como el talante de su gobierno en la Compañía de Jesús”. 

La herencia que San Ignacio deja como General es la de “un gobierno espiritual que tiene su fundamento o su muro de sostén en su cercanía a los pobres. La Compañía de Jesús desde sus inicios, y el General mismo, se alimentó mucho de realidad”.

Finalmente el P. Gordillo resaltó que en esta etapa se puede ver “un Ignacio de Loyola que no solamente fue estratega, heredero de sus conocimientos militares, sino que fundamentalmente su estilo fue de un gobierno espiritual”.

Encuentra aquí la lista de reproducción con las grabaciones de los cinco conversatorios