El 24 de febrero se llevó a cabo un encuentro histórico entre el Papa Francisco y universitarios del continente americano, un evento organizado por la Loyola University de Chicago y la Pontificia Comisión para América Latina. Jóvenes de más de 21 países, entre ellos dos estudiantes peruanos de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, participaron con la intención de formular soluciones a los problemas que enfrentamos actualmente, en lo que el Pontífice calificó como “un cambio de época”.

En el evento en vivo participaron 16 representantes que durante los últimos meses fueron seleccionados y trabajaron en torno a generar propuestas que buscan transformar con justicia las realidades que enfrentan América y el mundo. 

El encuentro inició con la bienvenida a los participantes presentes de parte del Arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, quien en su mensaje habló de la importancia de un proceso sinodal, que lleva a caminar todos juntos. Así mismo, felicitó y agradeció el trabajo de los grupos que  lograron, desde el diálogo de sus esperanzas, sueños e ideas, plantear proyectos concretos que responden a los complejos problemas que tienen que ver con la migración y el sufrimiento de los refugiados.

Seguido del Arzobispo, tomó la palabra Emile Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, quien agradeció el gesto sinodal del Santo Padre al reunirse con los jóvenes. En su participación calificó la migración como “la gran tragedia del siglo XXI” y dijo que resulta absurdo que en la actualidad las mercancías, el dinero y los virus circulen libremente por el mundo, no así las personas.  

El Papa Francisco, en su mensaje de bienvenida, agradeció la oportunidad de un espacio en el que se dialogue sobre la construcción de puentes, lo que calificó como “la vocación del cristiano”, a esto añadió que ya no vivimos una época de muchos cambios sino un cambio de época, en el que tenemos que aprender que, antes de dar respuestas, estamos obligados a recibir las preguntas con la mente y el corazón. Resaltó en sus palabras la importancia de hablar sobre migración con universitarios, siendo esta una de las grandes tragedias de nuestros tiempos, y de cómo los estudiantes asumen este problema y lo toman en sus manos desde la transdisciplinariedad que permiten las universidades, usando los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos.

Al final de sus  palabras invitó a los universitarios a hacer lío, recalcando que un estudiante que no arma lío es un joven al que le falta sal, pimienta, le falta algo que le dé vida. Con estas palabras invitó a los universitarios presentes a conducir sus luchas desde la esperanza siendo esta una guía hacia el camino correcto.

El diálogo

En cuatro grupos de cuatro representantes cada uno, y divididos por regiones, el diálogo entre jóvenes inició con representantes de Centroamérica, el Caribe y la región del oeste y costa del Pacífico de Estados Unidos. 

Este primer grupo lo conformaron: Lorena Delgado-Marqués, de la Universidad de California; Leonardo Giron, de la Universidad Católica de Honduras; Alejandro Palacio, de la Universidad Católica de Costa Rica y Paco Estrada, de La Universidad Loyola Marymount.

Los estudiantes recalcaron la importancia de trabajar en conjunto iglesia, universidades y sociedad civil para construir caminos que entiendan la realidad social que viven los marginados y lo que los obliga a abandonar sus tierras. Por parte del Papa, recalcó un comentario que hablaba del valor que tienen estos diálogos, para que la iglesia y las personas sigan creciendo, así como la valía de cuidar y entender las raíces. 

El segundo grupo estuvo conformado por estudiantes del centro de EE.UU, Canadá y Brasil, representados por: Priscila Silva, estudiante brasileña; Jefferson Amorim, de la FAJE, universidad miembro de AUSJAL; Henry Glynn, de la Universidad Creighton y Emily Burke, de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Este grupo resaltó, desde los estudiantes de Brasil, la creciente desigualdad económica que obliga al desplazamiento de los más pobres y que aumenta cada vez más las riquezas de unos pocos. Por otro lado, los jóvenes de Norteamérica resaltaron la importancia de reforzar la lucha contra el cambio climático. 

Su Santidad hizo referencia a la importancia de actuar con la no violencia, una actitud que se vuelve incómoda y que llega a las masas, que sin duda hace frente a las problemáticas de una manera diferente, pero eficaz. 

El tercer grupo representó a América del Sur, Estados Unidos y Canadá oriental, conformado por los siguientes estudiantes: Eric Bazail – Eimil, de la Universidad de Georgetown; Santiago Varela, de la Universidad Católica de Córdoba; Denisse Rodriguez de la PUCE y Ana Ruiz de la Universidad de Georgetown. 

Los representantes norteamericanos de este grupo se sumaron al diálogo poniendo sobre la mesa la lejanía de algunos representantes de la iglesia con grupos vulnerables, proponiendo promover la unidad y la creación de puentes para acercar a la comunidad y los líderes. Por su parte Santiago y Denisse, representantes de Sudamérica, hablaron de la situación que enfrentan día con día cientos de pobres en la región, que se ven obligados a migrar de sus tierras, pues estas han sido explotadas por otros dejando sin recursos ni posibilidades a quienes las habitan, buscando con su propuesta abrir el diálogo para encontrar soluciones conjuntas que busquen apoyar a los desfavorecidos y hagan cumplir sus responsabilidades a los explotadores. 

El Papa Francisco agradeció la sinceridad de este grupo, pero sobre todo los invitó a seguir luchando por esas causas que los mueven, desde la esperanza, pues es la única forma de cambiar las cosas desde el fondo. Así, sumado a los comentarios del grupo anterior, reiteró la importancia de tener clérigos cercanos al Evangelio y a la realidad de la tierra. 

El último grupo fue formado por estudiantes de México, el norte de Canadá y Estados Unidos, representados por: Rubí Toledo, de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México; María José Ojeda González, de la Universidad Iberoamericana Torreón; Alejandra Sastoque Luna, de Loyola University y Keiry Sosa, de la Universidad Regis.

Estas representantes compartieron su postura clara y firme sobre la apertura y recibimiento caluroso que debe existir con los migrantes. Pidieron al Santo Padre ayudar a abrir estos diálogos y que la iglesia camine de la mano con ellas, con jóvenes, con estudiantes y con los desplazados del mundo para que cada vez sea menos el rechazo a quienes sólo buscan cumplir sus sueños. 

Por su parte el Papa Francisco reiteró la importancia de una Iglesia activa, una iglesia que abre sus puertas a todos, pero que sobre todo, camina con ellos, sale a la calle, aprende y cambia con el tiempo, así invitó a los jóvenes a salir a la calle, a ser la consciencia de los encantos de la estabilidad, dejar de voltear a otro lado de lo que esta mal.

“Me hizo bien escucharlos a ustedes, se los agradezco del alma, probablemente alguna de las cosas que yo dije les haya hecho bien a ustedes, pero les puedo asegurar que lo que dijeron ustedes me hizo bien a mi. Hoy salgo un poquito diferente de lo que entre, ahora ver si soy capaz de cambiar”.
Papa Francisco

(Con información de la AUSJAL)