El domingo 31 de julio la Provincia Jesuita Peruana celebró la Fiesta de San Ignacio de Loyola con una Eucaristía en la que Cristian Miranda SJ fue ordenado presbítero y Julio Hurtado SJ fue ordenado diácono.
La celebración realizada en la IgLa celebración, realizada en la Iglesia de San Pedro de Lima, fue presidida por el Cardenal Pedro Barreto SJ, Arzobispo de Huancayo, y concelebrada por el P. Provincial Víctor Hugo Miranda SJ; el P. Edwin Vásquez SJ, Superior de esta Parroquia; y varios otros jesuitas, principalmente de Lima.
Durante la homilía, el Cardenal Barreto recordó la figura de Ignacio y recalcó la alegría de las ordenaciones de Cristian y Julio, quienes asumen el «compromiso de amar y servir como Jesús, compartiendo su compasión con los pobres y necesitados».
También comentó que «Ignacio vivió un largo peregrinaje, es decir, un tiempo de caminar juntos con otros compañeros, en sinodalidad y de purificación interna de sus amores, heridas y compromisos, a través del discernimiento espiritual». Por ello, la importancia de su figura en la actualidad de la Iglesia y en el proceso sinodal que vivimos con el Papa Francisco.
Concelebró también la Eucaristía el P. Cristobal Fones SJ, delegado de formación de la Provincia Jesuita de Chile, quien llegó para acompañar a Julio (que estudia la Teología en Santiago). El cantautor católico estuvo a cargo del canto de las letanías, parte de la liturgia de ordenación en la que se invoca la ayuda de Dios y de los santos en el inicio del ministerio de los ordenandos.
Finalmente, Cristian Miranda dirigió unas breves palabras de agradecimiento a todos las personas que lo acompañaron en este momento especial. Agradeció de manera especial al Cardenal Barreto por presidir esta celebración, al párroco y al Superior de la Iglesia de San Pedro por las facilidades, y sobre todo a Dios pues «él es quien llama, quien capacita para la vida, para la Misión, y que con su ternura va haciendo de nosotros personas con un sello de autenticidad».
También agradeció a las familias de ambos ordenandos, pues los han acompañado en el proceso. Así mismo agradeció a los formadores y a todas las personas que Dios ha puesto en sus caminos porque «sus palabras, acciones y presencia, han sido motivos para decir que el amor existe, que la fe verdaderamente nos sostiene, y que la esperanza nos cambia la vida».
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