Con la presencia del Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima; el P. Provincial Juan Carlos Morante SJ y el Rector P. Ernesto Cavassa SJ, la Universidad Ruiz de Montoya realizó la inauguración del año académico 2019.

La Eucaristía fue presidida por el Mons. Carlos Castillo, quien instó a la comunidad universitaria a escuchar los relatos de las personas sencillas, de los marginados, porque con esta acción se podrán renovar los principios de las relaciones humanas que hoy están deterioradas. “El pensamiento no transcurre libremente sin bases en la vida humana, aunque nos hemos habituado a ello. Busquemos ideas que nos interpelen. Debemos dejarnos interrogar por las personas vulnerables. Escuchemos los nuevos relatos de la humanidad. Que sea un año de escucha y esperanza”, expresó.

El Rector P. Ernesto Cavassa SJ reflexionó sobre la propuesta universitaria de UARM: humanista e innovadora. “La Ruiz” acompaña el proceso de cada persona cuidando su particularidad, al mismo tiempo que, le ayuda a salir de sí misma para hacerse cargo de la humanidad y abrirse a la trascendencia. Es innovadora porque tiene capacidad creativa, lo cual se demuestra en su capacidad de adelantarse a su tiempo gracias a que se nutre de una memoria histórica. “Nuestro énfasis está en el desarrollo integral de la persona y no solo en sus competencias profesionales. En palabras del P. Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús, las universidades jesuitas aspiramos a que se nos reconozca por la calidad humana de nuestros egresados”, señaló.

La Dra. Isabel Berganza, Decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Directora de la Escuela de Derecho, estuvo a cargo de la lección inaugural. Destacó que la migración venezolana nos interpela cada día. Ya suman 650 000 ciudadanos venezolanos en el país y esta magnitud de desplazamiento tiene, sin duda, consecuencias. Sin embargo, la mirada no debe ser negativa, la movilidad humana es un fenómeno complejo y enriquecedor. “Es importante analizar cómo se vienen dando los procesos de llegada e integración, de tal manera que promovamos que se realice de la manera más positiva y que se destierre la xenofobia, la explotación laboral y el acoso. Es una tarea que debemos asumir como miembros del mundo académico. El ser parte de una universidad jesuita debe marcar el para qué de nuestra actividad académica. Estamos llamados a desarrollar el apostolado intelectual”.

(Con información de la Universidad Ruiz de Montoya)