El sábado 31 de julio la Provincia Jesuita Peruana celebró la Fiesta de San Ignacio de Loyola con una Eucaristía en la que Frank Gutierrez Blas SJ fue ordenado presbítero en la Iglesia de San Pedro. La celebración fue presidida por Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, y concelebrada por el Cardenal Pedro Barreto SJ, Arzobispo de Huancayo, el P. Víctor Hugo Miranda SJ, Superior Provincial, y el párroco P. Enrique Rodríguez SJ.

Durante la homilía, Mons. Castillo recordó a San Ignacio y su entrega generosa hasta la muerte, sobre todo desde aquel momento en que recibió la herida en Pamplona. También agradeció a Frank por su disponibilidad y por el camino recorrido como jesuita durante estos últimos diez años. Mencionó que se conocieron en la comunidad CAPU (Centro de Asesoría Pastoral Universitaria) de la Pontificia Universidad Católica del Perú y que su primer encuentro fue con gran sencillez y amistad.

El Arzobispo de Lima invitó también a reflexionar sobre el camino que Dios hizo recorrer Frank recordando que “primero nuestra fe empieza como sorprendida por un misterio en donde está, en gran parte, nuestra herida, pero en ese misterio el Señor se revela, inclusive a través de signos extraños”.

Rememoró algunas experiencias de retiros vividas junto al nuevo sacerdote jesuita y cómo recomendaba escoger la lectura de Marcos porque “ahí se ve que las mujeres vienen con aromas a embalsamar al Señor y se respira ese ambiente de esperanza, de apertura, a pesar de que es una tragedia lo que se ha vivido”.

Mons. Castillo mencionó que esas palabras de Frank “en aquellos tiempos renovó a tantas personas” y son esas mismas palabras las que “hacen posible que en los momentos clave para nuestra vida podamos disponernos y decir heme aquí, y es ahí donde el Señor nos revela su nombre porque quiere identificarse, no quiere ser una experiencia extraña, sino no una presencia permanente”. Y Frank “ha sabido escuchar esa presencia y entregarse poco a poco en todos esos momentos”.

Concluyó su mensaje reconociendo que Frank tiene un carisma que lo identifica y le permite llegar a muchos jóvenes, por ello tiene la gran misión de acompañarlos y levantarlos, haciendo que su camino permita la vida para todos.

Al finalizar la ceremonia, el nuevo sacerdote ofreció unas palabras de agradecimiento a Dios por haberlo convocado a la Compañía de Jesús, por la bendición de su familia, amigos, y por todos los que lo han acompañado en ese caminar. “No podría estar aquí si es que este caminar no hubiese sido enriquecido con todas las personas que Dios me puso ahí para compartir el servicio como uno más”.

Por su parte, el Cardenal Barreto agradeció a Dios por la familia y la vida de Frank, y le pidió que no solamente sea fiel si no que crezca en gracia para la Iglesia. Comentó también que la Iglesia San Pedro es especialmente importante para él porque “el Santuario no es solamente arte si no también una fe en acción, una esperanza, porque significa esta vida de Ignacio que se extendió por todo el mundo en muy poco tiempo”.

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