El Papa Francisco autorizó a la Congregación para la Causa de los Santos promulgar los decretos relativos al martirio de los Siervos de Dios Juan Antonio Solinas SJ y Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano, asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683 en el Valle del Zenta, Argentina.

Luego de aprobado el proceso de beatificación en una reunión de la Congregación de Obispos y Cardenales en el Vaticano, el Santo Padre dio el visto bueno y los mártires de la fe salteños iniciaron oficialmente su camino hacia los altares. 

La historia de los mártires se remonta a 1683 cuando en el Valle de Zenta, a 3 kilómetros de Pichanal en la capilla de Santa María, fue consumado el martirio del presbítero Pedro Ortiz de Zárate, vicario de Jujuy, del sacerdote jesuita Antonio Solinas (ambos misioneros) y sus acompañantes criollos y aborígenes (dos españoles, un mulato, un negro, una mujer indígena, dos niñas y 16 aborígenes).

Los dos sacerdotes se internaron en la zona del Chaco salteño, con el objetivo de llevar la Palabra de Dios a los pueblos originarios, pero fueron martirizados (por llevar el mensaje de Cristo) por las tribus Tobas y Mocovíes, unos 500 aborígenes masacraron a los misioneros con garrotes, decapitándolos.

Los restos del vicario don Pedro Ortiz de Zárate fueron llevados a la catedral de Jujuy y los del P. Solinas a la iglesia matriz de Salta, una antigua iglesia jesuita, donde fue enterrado cerca del altar. Los demás quedaron enterrados en el sitio de su martirio.

Desde esa época, todos los años en el mes de octubre se realiza una peregrinación desde Pichanal hasta el lugar de martirio, presidida por el obispo de Orán (Salta, Argentina). En 2002 el Vaticano otorgó el «nihil obstat», una declaración oficial en la que queda asentado que no existe ningún obstáculo para continuar en la beatificación de dichas personas.

El 28 de septiembre del 2021, los cardenales dieron voto positivo para iniciar el proceso, continuando así a paso firme el trayecto hacia los altares de estos mártires de la fe.

Juan Antonio Solinas, un misionero jesuita

El P. Juan Antonio Solinas SJ nació el 15 febrero de 1643 en Oliena (Nuoro, Italia). Ingresó a la Compañía de Jesús el 12 junio de 1663. Fue ordenado sacerdote en 1673 en Sevilla (España), y realizó sus Últimos Votos el 15 de agosto de 1682 en Encarnación (Itapúa, Paraguay).

Llegó a Buenos Aires el 15 marzo de 1674, en la expedición del P. Cristóbal de Altamirano, junto con otros tres jesuitas sardos. Trabajó en las reducciones del Paraná de Santa Ana e Itapúa hasta 1682.

En 1683, a instancias de Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote diocesano de Jujuy, el Provincial, Tomás Baeza, decidió intentar una vez más fundar reducciones en el Chaco. Ya se había intentado en 1653 y 1672, pero fracasó por la hostilidad de los tobas y mocobíes. Con la aprobación del obispo del Tucumán, Nicolás de Ulloa, y la del gobernador, Fernando de Mendoza, se organizó una entrada al mando de Ortiz de Zárate.

Baeza designó que lo acompañaran el P. Solinas, el P. Diego Ruiz y el H. Pablo de Aguilar. En abril de 1683, se fundó el fuerte San Rafael, con veinticuatro soldados, junto al que se formó un poblado de 400 familias de ojotas y taños. Los misioneros, para fundar otras reducciones entre los tobas y mocobíes, veían necesario lograr antes la paz entre éstos y sus enemigos chiriguanos.

En agosto, Solinas logró la aceptación de ambas cosas de parte de algunos caciques. En octubre, Ortiz de Zárate y Solinas supieron que Ruiz y Aguilar volvían de Jujuy, adonde habían ido en busca de aprovisionamiento para San Rafael. Yendo a su encuentro, les rodearon 500 tobas y mocobíes armados, opuestos a los acuerdos hechos, y les dieron muerte, el 27 octubre 1683.

Los invitamos a visitar la página informativa de la Causa de Canonización de los Siervos de Dios.