Cada 2 de noviembre, en toda la Iglesia católica, recordamos y rezamos por los difuntos. Estamos viviendo la época de la pandemia del COVID-19 que se ha llevado a tantos de nuestros hermanos y hermanas en todas partes del mundo.

Como homenaje a todos estos seres queridos, los jesuitas José María Olaizola (España) y Cristóbal Fones (Chile) han escrito y musicalizado un himno: “La última puerta”. Les invitamos a escucharlo y meditarlo mientras rezan por sus difuntos.

Este tiempo de COVID ha traído la muerte a primer plano. Al hacer memoria de los difuntos, y agradecer sus vidas, también los jesuitas oramos con tantos compañeros que en estos dos años y a consecuencia de la pandemia, ya dieron ese último paso. Que sus vidas, y las de tantos hombres y mujeres a quienes amamos, sean ahora, ya en Dios, eternas.

La última puerta

Morir es preparar la última fiesta.
Recordamos a tantos que partieron
y al saber que a tu abrazo se encaminan
no nos queda otro canto que el silencio.
Quizás su ausencia de ahora nos invade.
Brillan los ojos al evocar sus gestos.
Bailan la gratitud y la nostalgia
por todo lo que alguna vez nos dieron.

Lloramos, porque así añora quien ama.
Porque duele la muerte, ese misterio
que nos abre la senda de otra vida,
mientras cierra este ciclo que es el tiempo.
Es nuestra finitud una promesa,
y es también un combate con el duelo.
Extraño este horizonte de esperanza,
cuando el «adiós» envuelve un «nos veremos».

Su marcha nos despierta algunas dudas,
nos enfrenta al final, como un espejo,
pues todos cruzaremos esa puerta
y al pasar ese umbral, descubriremos
que ya Tú nos estabas esperando,
que la vida era el pórtico del cielo.
Cantaremos de nuevo, y para siempre,
con quienes hoy nos dejan su recuerdo.

(Con información de Jesuits Global)