El jesuita catalán P. Víctor Codina falleció ayer, 22 de mayo, a los 92 años en Barcelona, a donde había regresado en 2018 tras 36 años en Bolivia.

Codina entró en la Compañía de Jesús en 1948. Luego estudió Filosofía y Teología en Sant Cugat, en Innsbruck y en Roma. Doctor en Teología, fue profesor de Teología en Sant Cugat viviendo en L’Hospitalet y Terrassa desde 1965 a 1982, cuando se marchó a tierras bolivianas. Allí fue profesor de Teología en la Universidad Católica Bolivia de Cochabamba alternando esa labor con el trabajo pastoral en barrios populares de Oruro, Santa Cruz y la propia Cochabamba. También escribió varios libros y otras publicaciones.

Aquellos primeros años suyos en América Latina coincidieron con el florecimiento y posterior cuestionamiento de la Teología de la liberación, una corriente teológica que revolucionó la Iglesia –del Vaticano al último rincón del planeta– y cuya gran novedad fue “mostrar que la pobreza no es casual, sino fruto de estructuras económicas y políticas injustas, y que otro mundo es posible”, como afirmaba el propio Codina en octubre de 2021 en su última entrevista a la revista Vida Nueva.

El jesuita español ha sido considerado uno de los grandes teólogos latinoamericanos que, “desde abajo, desde los pobres” aportó realidad a la Teología.

Uno de sus últimos grandes aportes a la Iglesia fue el ser perito en el Sínodo para la Amazonía, donde tuvo un papel destacado, siendo uno de los autores del Instrumento de Trabajo que sirvió como punto de referencia para los debates llevados a cabo en la Asamblea Sinodal. Cuatro años atrás insistía en la inculturación, interculturalidad y diálogo intercultural, llamando a reflexionar sobre los elementos que deben estar presentes en el trabajo de la Iglesia con los diferentes pueblos.

Codina siempre apostó por una Iglesia que no estuviese encerrada en sí misma, desafiada a descubrir que el Espíritu está también allá donde la Iglesia va. Lo contrario a estas actitudes es mostrar “una falta de fe en el Espíritu”, afirmaba entonces. Por eso, comentaba que “lo que nos toca es escucharlo”, una escucha que tras el Sínodo para la Amazonía impulsó los cambios que la Iglesia está viviendo y que, entre muchos otros, debemos agradecer al pensamiento del P. Víctor Codina.

(Con información de Vida Nueva Digital y Religión Digital