Hace 25 años, un grupo de 8 madres de familia de la APAFA del Colegio San José (Arequipa) se sumó a la iniciativa del P. Javier Quirós SJ e iniciaron un proyecto de servicio y apoyo a los más vulnerables.

El 3 de agosto de 1998 se creó el Voluntariado San José, que hace realidad la máxima de ser hombres y mujeres para los demás, permitiendo a los padres de familia conocer la realidad de su ciudad y extender su apoyo a quienes más lo necesitan.

Esta idea nació con el fundamento principal de acompañar a los que sufren, por ello las primeras actividades se desarrollaron en la Unidad de Cuidados Intensivos del seguro social del empleado, hoy Hospital de ESSALUD. Ahí las primeras voluntarias asistían a los familiares y los acompañaban durante todo el proceso de enfermedad de sus seres queridos.

Con el paso del tiempo y con la necesidad de llegar a más personas, el voluntariado se fue extendiendo a diversas obras y públicos. Es así como iniciaron labores en el Asilo Lira atendiendo a adultos mayores; en el Hogar la Sagrada Familia, atendiendo a niños con habilidades especiales; el Asilo Buen Jesús que es llevado por la beneficiencia; y el  Asilo San Vicente de Paul que atiende solo a mujeres ancianas.

Las voluntarias también accedieron a la Unidad de pediatría del Hospital Honorio Delgado, al Hospital de Enfermedades Neoplásicas IREM, al Hogar de Cristo y al hogar de niños con habilidades especiales “San José Benito Cotolengo”.

En el transcurso de los años las circuntancias fueron cambiando y con ello se vio la necesidad de ir dejando algunas instituciones o grupos. A pesar de ello, el trabajo continuó y poco a poco se fueron sumando voluntarias y algunos voluntarios.

A pesar del largo camino recorrido, la pandemia representó un gran problema para las labores cotidianas. Para Rosario Arenas, presidenta del Voluntariado San José, “la pandemia nos afectó bastante porque cerraron las puertas de casi todos los núcleos”.

Aperturar después de la pandemia fue complicado, pues solo se retomó el trabajo en el Asilo Lira y en el Hogar de Cristo, instituciones en las que se continúa trabajando hoy en día.

En el Asilo Lira se acompaña a más de 130 ancianos los días miércoles. “Básicamente lo que se hace es acompañar, escuchar, no importa mil veces el mismo relato, pero ellos esperan a las voluntarias para poder hablar, porque en muchos casos no hablan con nadie o no reciben visitas”, comenta la presidenta del voluntariado.

En el Hogar de Cristo, las voluntarias asisten de lunes a jueves y dan el taller de aseo, labor que realizan desde hace 5 o 6 años. Cada día bañan a los niños, les enseñan como peinarse, lustran sus zapatos con ellos, y a la vez les inculcan valores. Con el tiempo los niños han aprendido, “ahora son ellos mismos quienes reclaman el baño y llevan su ropita para cambiarse, es un trabajo que cotidianamente se ha llevado pero ahora se ven los resultados”. 

Aunque el Covid 19 limitó el trabajo, la situación representó también una oportunidad para iniciar un nuevo proyecto de desayunos solidarios, “una iniciativa muy diferente al trabajo que estábamos acostumbradas, pues nosotras acompañamos pero no nos encargábamos del quehacer de la institución”, comenta Rosario. 

El proyecto inicial fue entregar 50 desayunos, para ello las voluntarias empezaron a dar cuotas y recurir a corazones solidarios que pudieran contribuir en la meta de esta nueva labor. Lograron establecer un convenio de colaboración con una empresa, lo que les ha permitido cumplir un año entregando desayunos a un promedio de 80 adultos mayores, en su mayoría en estado de vulnerabilidad, de abandono y algunos en estado muy precario.

Estos desayunos se entregan todas las mañanas de lunes a viernes, a las 7 am, en la cochera de la Iglesia de la Compañía, y es una actividad que involucra el mayor número de voluntarias pues se debe preparar los alimentos, repartirlos y a la vez empadronar a todas las personas que reciben el apoyo.

Es importante indicar que actualmente el voluntariado San José cuenta con 60 mujeres inscritas en el padrón de voluntarias, con apoyo de un padre de familia que colabora los días viernes en la entrega de desayunos.

También cuenta con la presencia de un asesor, cargo que ocupa el P. Fernando Jiménez SJ y que anterioremente era representado por el Superior de la Comunidad Jesuita de Arequipa. Lo que se busca no es solo brindar una labor externa, pues es importante crecer también internamente. Para ello, se realiza una reunión mensual en la que se comparte la celebración de la Eucaristía y un tema formativo que permita estar en sintonía con el trabajo de la Compañía de Jesús.

La misión siempre ha sido extender una mano solidaria y comprometerse con las necesidades de la población menos favorecida. Para poder darle continuidad a esta labor, el cuerpo de voluntarias se renueva constantemente.

Entre las personas que actualmente integran el equipo de voluntarias, se encuentran 3 mujeres que han sido parte de este proyecto desde sus inicios. María Elena Lucioni, Piedad Solorio y Rubí Vera, son voluntarias que celebran 25 años al servicio de esta misión, celebran años de trabajo ininterrumpido en los que “se reconoce su ejemplo, entrega y disposición solidaria”.

Celebraciones por su 25° aniversario

Si bien el Voluntariado San José se creó un 3 de agosto, desde el año 2000, su aniversario se celebra el 18 de ese mismo mes, para que así pueda coincidir con la Fiesta de San Alberto Hurtado, sacerdote jesuita chileno conocido por su lucha incansable por la justicia social.

Este año la celebración iniciará el 7 de agosto con la entrega de un reconocimiento en la formación conjunta del Colegio San José.

El día central se realizará una ceremonia de reconocimiento a todas las voluntarias, de manera especial a las 3 voluntarias que cumplen 25 años de labor y a las fundadoras. Después de esta actividad se tendrá un almuerzo junto a representantes de las obras que integran la Plataforma Apostólica Regional de Arequipa. También se contará con la participación del P. Carlos Rodríguez Arana SJ, entre otros jesuitas que han formado parte de la historia del voluntariado.

Para Rosario Arenas, estas celebraciones son una oportunidad para reconocer el esfuerzo, compromiso y dedicación de todo el equipo, pero también para ser conscientes de todo lo aprendido en estos años, pues siempre “lo que retorna es mayor a lo que tú das” y esa es la verdadera satisfacción de este trabajo.